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Cabros de los 80 -- ¡EL BLOG!

martes, septiembre 05, 2006

No todo era diversión - Las materias del colegio

Durante mi visita a Chile el pasado mes de Mayo, mi buen amigo y anfitrión Fernando Meza me llevó al Persa Bio-Bio un par de veces, para cachurear, buscando tal vez alguna ganga que llevar de vuelta a la casa como trofeo.

Al rebuscar en una pila de revistas antiguas, por ejemplo, me llevé una sorpresa cuando encontré algunos ejemplares del "Nuevo Apuntes", aquella revista didáctica que, según el comercial de la época (¿1983?), "hace más fácil aprender". Ejemplares que compré en seguida, por cincuenta pesos cada uno, para echarles un vistazo y recordar las materias que una vez tuve que estudiar.

La revista "Nuevo Apuntes" era una publicación semanal, cuyo material estaba elaborado de acuerdo con el programa oficial de estudios de la educación básica. Así, pues, el objetivo de esta revista era el ampliar las materias que en ese momento se estuvieran estudiando en clases. A mí nunca me compraron aquella revista, pero en este caso no importa, porque el contenido de esa revista me retrotrae a las aulas de EGB en las que pasé tantas horas de mi vida, con tantos profesores, buenos algunos, malos otros, que contribuyeron tanto a que fuera lo que hoy en día soy.

Es por ello que he decidido echar un vistazo nostálgico a aquellas materias que formaron parte de mi niñez en los años ochenta, junto a los lápices de pasta "Kilométrico", las reglas, los transportadores, el 'overol' con el nombre de uno cosido en el bolsillo, las mochilas, los cuadernos "Austral" y la corbatita (con elástico) en la camisa recién planchada. ¿Me acompañas, amigo lector?

Ciencias Sociales

    En las clases que recuerdo, esta materia era sobre todo historia y un poquito de geografía acá y allá. La historia me aburría como una ostra, porque consistía sobre todo en memorizar fechas y hechos aislados del resto, más que entender los procesos históricos. De la historia chilena me llevé la idea de que el país había estado en guerra permanente durante todo el siglo XIX, sea con España o con sus vecinos -noción que, la verdad sea dicha, no está tan lejos de la verdad-. Y no entendía qué hacía tan especial la gesta de don Arturo Pratt y por qué se le rendían tantos honores, si al final el pobre tipo terminaba muerto y su barco hundido. Parece que matarse de forma casi suicida era algo digno de elogio en el siglo XIX, sobre todo si esa muerte ocurría 'en aras de la patria'. ¡Ah, el romanticismo!

    Con respecto a la geografía, me llamó mucho la atención cuando estudiamos 'los accidentes geográficos'. Mientras que hoy entiendo perfectamente qué es uno de esos 'accidentes', por aquel entonces mi vocabulario no era tan amplio, y no podía entender cómo diablos un 'itsmo' o un 'golfo' podían ser un accidente. Y no sé por qué razón el profesor que tuvimos nos mandaba calcar mapas de los continentes y de los países del mundo en papel diamante. ¿Es que quería que fuéramos cartógrafos?


Ciencias Naturales

    Hay que ver la cantidad de cosas que tuvimos que aprender acá. Desde cómo funcionan nuestros cuerpos hasta cómo se reproducen las flores (a ver quién no se acuerda de lo de los estambres y los pistilos y el cáliz y todo lo demás), también el tema de los planetas (incluído el recientemente depuesto Plutón), con sus equinoccios y solsticios y órbitas, hasta el tema de las tramas alimentarias (que no alimenticias), la tabla periódica de los elementos, el tema de los sólidos, líquidos y gaseosos, los átomos y las moléculas y el por qué es necesario lavarse las manos antes de comer.

    A esta materia le tengo un especial cariño, porque era una de las pocas donde nos dejaban salir de clase e ir al laboratorio, a hervir cosas con mecheros, mezclar otras con pipetas y tubos de ensayo e incluso ver cosas muy chicas por medio del microscopio, así que uno se sentía un poquito como si fuera uno de esos científicos con bata blanca que inventan cosas que explotan.


Matemáticas

    Esta es la materia que más me aterroriza, a mí y a muchos otros alumnos acuales y pretéritos, porque consiste única y exclusivamente en cosas tan abstactas como los teoremas, ecuaciones, fórmulas y pi. Además, era la materia en la que indefectiblemente coleccionaba más rojos. Claro que había cosas más fáciles que otras, como por ejemplo, el tema de los conjuntos y sus símbolos raros, al estilo del ⇔, ∈, ∩ y los demás. El tema empezaba a complicarse con los números racionales, naturales y reales, sumas, restas, raíces cuadradas, minimos comunes múltiples, fracciones y divisores... y cuando llegábamos a la geometría, mi cerebro estaba totalmente embotado, con ecuaciones como pi por erre al cuadrado, dos pi erre, ángulos rectos, hipotenusas y catetos... Creo yo que esta es de las materias que más me hizo sufrir, sin lugar a dudas. Las matemáticas son muy importantes para el desarrollo de la humanidad, sin duda, pero, por favor, que se las aprendan otros.


Castellano

    El tener el castellano como lengua materna es muy positivo, porque es una lengua elegante y llena de matices. Pero esos matices se convierten en un tormento en los primeros años de clases. Después de enseñarte a leer y escribir, cosas notablemente útiles, empiezan a pedirte que desmenuces el castellano y analices frases, separes sujeto y predicado y conjugues verbos irregulares, lo cual también es bastante útil. Y luego te explican cómo acentuar las palabras correctamente, con el tema de las palabras graves, agudas, esdrújulas y sobre-esdrújulas, y las famosas letras N, S o vocal. Ya. Por si eso no fuera suficiente, además te obligan a tro-ce-ar las pa-la-bras en sí-la-bas y te enseñan los diptongos y los hiatos. Y luego, para ver si realmente has entendido algo, te hacen leer fragmentos de cuentos y tienes que entender de qué van, y poco a poco vas dejando los fundamentos del lenguaje para entrar en la literatura, con hipérboles e hipérbatones y otros elementos literarios. A mí me hicieron leer, entre muchos otros, "El Bonete Maulino" y un cuento que se llamaba "Inamible" acerca de un carabinero que se inventaba palabras (huy, mira, aquí está. No recordaba que tuviera tantas palabrejas raras. ¡Seguro que lo hacen para confundir a los niños!).

    Lo cual es muy positivo y bueno, de no ser porque todo ese saber se evaporaba tan pronto como dejábamos las aulas. Si me preguntas, amigo lector, qué es un diptongo, me quedaré en blanco. Así que no me lo preguntes, ¿ya?

    Además, contábamos en nuestro curso a partir de sexto con un profesor que se empeñaba en que hiciéramos una copia diaria de cualquier cuento como tarea para la casa, y que quería que tuviéramos un lápiz de grafito, otro de pasta azul, otro de pasta roja y una goma, materiales que eran revisados diariamente. Si no lo hacíamos, ¡zas! anotación en el libro de faltas. Con esa actitud tan estricta, al final lo único que logró fue que muchos de mis compañeros le tuvieran rabia al castellano. Pucha.


Inglés

    Traguemos saliva, amigos lectores, porque el inglés es una introducción a una lengua extranjera para nosotros, en donde lo que aprendes en castellano no sirve de nada. Todo está al revés, la gramática, la pronunciación (o como nos hacían decir, de pronunsieison), las letras y los verbos irregulares. No me cabe duda de que el inglés es importantísimo, y sobre todo en el mundo actual, pero pocos de nosotros lograremos defendernos de forma competente si los EE.UU. deciden invadir Chile y sólo contamos con el inglés que hemos aprendido en el colegio, a menos, claro está, que hayamos estudiado en un colegio bilingüe. Para colmo, resulta que los estadounidenses no hablan el inglés como a nosotros nos han enseñado, sino que lo tararean, haciendo así más dificil el entenderse con esa gente. Lo que podría explicar por qué van tan mal las cosas en el mundo: es que nadie entiende a los estadounidenses y al final se forman líos por lo mal que pronuncian ellos el inglés.

    Mi promedio en esta materia era en general elevado, porque tengo facilidad para el idioma en general. Pero a veces me hacía líos impresionantes con los malvados verbos irregulares, que deberían estar proscritos en todos los idiomas del mundo.

    Menos el castellano, porque esos verbos irregulares ya me los aprendí.


Francés

    No sé muy bien con qué concepto nos obligaban a estudiar el francés como segundo idioma extranjero a los cabros chilenos. En primer lugar, y con perdón de los franceses, es una lengua entreverada y rara para nuestras entendederas. Fíjense, fíjense, para decir 'o' tienes que escribir 'eau', vocales que no tienen nada que ver con la 'o'. Además, creo yo que nos resultaría mejor aprender el portugués, que seguro que resulta más fácil tanto fonéticamente como para escribir, y además nos sería más útil, por el tema de Brasil y todo eso.

    ¿Quiénes de ustedes no tuvieron que hacer un gran esfuerzo para aprenderse la Marsellesa para la prueba de francés? Yo tuve que aprendérmela, y por la razon que sea, aún no se me ha olvidado. Así que si algún día me encuentro con un turista francés, lo único que podré hacerle es cantarle la Marsellesa. Y no sé si le será útil.


Técnicas manuales

    Lo malo de ser torpe, como es mi caso, es que a pesar de poner todo tu empeño en que algo te quede lindo, no lo consigues. Aunque te esfuerces al máximo, sea con greda, plasticina, palitos de helado o una gubia, te mueres de envidia cuando ves que el/la alumno/a que está a tu lado ha conseguido una tacita preciosa, un molino de viento con aspas que se mueven, o una figura que parece que vaya a irse caminando en cualquier momento, y luego pones los ojos en lo que tú has hecho y te sientes un mediocre.

    Ese es el principal problema de esta materia. Que no todos somos capaces de hacer lo que quisiéramos con nuestras manos, y menos aún en las dos horas escasas por semana que a esta materia le daban, porque dejando de lado el tema de la evaluación, era divertidísimo jugar con gubias, seguetas, limas, greda, palitos de helado, cola fría...


Música

    Todo empezó con el solfeo. El solfeo tenía un nombre muy gracioso, sol-feo, jejejeje. Luego, en clases, me enteré que consistía en la notación que se usa para 'escribir música', lo cual está muy bien. Después, nuestros sufridos padres nos tuvieron que comprar un par de palos para marcar el ritmo de las canciones que nuestra profesora nos enseñaba, que ella vocalizaba con un muy explícito "taaa - taaa - taaa - trote - taaa", para indicar la diferencia entre las corcheas y las semifusas. El paso final fue la adquisición de las flautas dulces, con las que podíamos atormentar a nuestras familias con total impunidad durante horas, amparados en la inocente premisa de que estábamos estudiando para alguna prueba. Por cierto, qué dificil era el coordinar los dedos para cubrir los agujeritos de la flauta.

    ¿Por qué no enseñarían a tocar la guitarra o el violín?


Educación física

    Esto sí que era un evento especial dentro del aburrido horario escolar, posiblemente una de las materias más esperadas por todos los alumnos. Mi colegio, el San Pedro Nolasco, contaba con unas excelentes instalaciones para el deporte: una cancha de fútbol de dimensiones reglamentarias y un gimnasio con potros, trampolines y barras para trepar. Si el día estaba soleado, empezaba normalmente con unas vueltas de calentamiento, tras lo cual siempre terminábamos reventados. Luego, hacíamos algún tipo de ejercicio y después de eso una pichanga, y luego nos íbamos a los vestuarios cantando un "¡Los dejamos calladitos!" si nuestro equipo había ganado la pichanga, o bien calladitos si la habíamos perdido.

    Recuerdo que en cierta ocasión hicimos una evaluación en la que casi me saco la mugre. La cosa era sencilla, correr a un trampolín y luego saltar por encima de un potro, dar una voltereta y aterrizar sobre los pies en una colchoneta. Cuando llegó mi turno, calculé mal la distancia, pisé el trampolín muy hacia al final y salí catapultado, tan arriba que no pude apoyar mis manos en el potro, con lo que me caí de cabeza en las colchonetas, afortunadamente sin mayores consecuencias. Aunque lo mío no fue tan grave como el compañero que 'aterrizó' con sus partes nobles en pleno potro, causando gran dolor para él y rechifla general para el resto del curso.

    Lo que me daba un poco de vergüenza era el vestir los micro-shorts de la época, esos que dejaban todas las piernas al aire, así que vestía el pantalón largo casi siempre. Por cierto, los colores del 'buzo' oficial del colegio eran increíblemente chillones, incluso para aquella época: pantalones y shorts de color azul escandaloso con rayas escandaloso a los lados, chandal de color rojo escandaloso con rayas azul escandaloso a los lados y con el escudo del colegio impreso en amarillo chillón a la altura del corazón. Con un esquema como ese, era dificil que te atropellaran por la noche.


En fin... tengo tantos recuerdos de las cosas que me pasaron mientras estaba en clase que me sería imposible el enumerarlas todas. De todos modos, y como corolario a este post tan colegial, les voy a dar un regalito, un pequeño recuerdo que encontré en la contraportada de uno de los 'Apuntes' que compré en el Persa Bio-bio:

lunes, agosto 14, 2006

Los personajes más idiotas de los monitos animados - Newton

La televisión cambió muchas cosas en el campo de los cortos animados. Para poner un ejemplo, un sólo corto de "Tom y Jerry" de 1952 tenía un presupuesto similar al de una temporada completa de "los Picapiedra" a mediados de los 60.

Ante la exigencia de los canales de TV de producir más cortos animados por menos plata, los animadores tuvieron que ingeniárseas para reducir costes, y así se popularizó el uso de la animación limitada. Si bien algunas series de dibujos, como Mister Magoo, los Picapiedras y el Oso Yogi usaron las nuevas técnicas de forma adecuada, hay otras que fueron horriblemente malas, como, por ejemplo, Hércules.

Pero no me refiero a la película y posterior serie televisiva que salió de los estudios de Disney hace no mucho, con esa visión tan.... metrosexual del héroe griego, sino la versión que Adventure Cartoon Productions y Trans-Lux Television realizaron en el ya lejano 1963.



Como el amigo lector seguramente recordará, el protagonista de esta serie era nada menos que Hércules, el héroe mitológico original, aunque reciclado según el criterio de los superhéroes de la época, y por ello cargado con los clichés del género: los superpoderes de este Hércules -con un parecido más que sospechoso con el Superman de Siegel y Shuster- venían de un anillo; había supervillanos -y el más recurrente de ellos era Dédalo, el papá de Ícaro, famoso por sacarse la mugre al volar cerca del sol-; teníamos también la arquetípica mujer-florero, Helena, cuyo papel consistía en no hacer nada excepto ser raptada ocasionalmente por el malo de turno...

..Y lo que no puede faltar en ningúna producción superheroística de antes de 1970: algún cabro chico que hace de ayudante de la estrella. Claro que, al ser esta una producción ambientada en la Grecia mítica y todo eso, este sidekick era un centauro, mitad cabro chico y mitad caballo. Su nombre era Newton, y por sus méritos personales, se merece un lugar especial entre los personajes más idiotas de los monitos animados.

Lo primero que le llama a uno la atención es el nombre. ¿Newton? ¿Qué hace un personaje con un nombre como ese en una serie ambientada en la Grecia clásica? ¿Por qué no llamarle Pitágoras, o Sócrates, o Empédocles o algo así? ¿Por qué Newton? Es algo que desde siempre me llamó la atención cuando veía la serie, que, si mal no recuerdo, solían emitirla como 'relleno' veraniego en los años 80 en el canal 11.

Otra de las cosas que aborrecía de este personaje es la manía que tenía de repetir cada frase que pronunciaba, cada frase que pronunciaba, en un estilo que, en un estilo que, le he oido a algunos políticos, le he oído a algunos políticos. Supongo que sería un truco que los animadores, escasos de recursos, utilizaban a mansalva para 'llenar segundos', aunque se hace absurdo cuando oyes a este personaje decir, "Ooooh! Ooooh!" Me pregunto qué clase de trauma habrá tenido que pasar este chico para que su tartamudez le afectara el cerebro de esa forma. Para colmo, lo único que era capaz de decir eran estupideces de este calibre: "¡Herc! ¡Herc! ¡La bestia de Boludia! ¡La bestia de Boludia! ¡Ha robado la bola derecha de Zeus! ¡La bola derecha!" La verdad es que su coeficiente intelectual no le daba para más.

Otra de las cosas que me molesta de este personaje es su ubicuidad. Al parecer, los creadores de la serie, no muy habituados al campo de la animación, usaban a este centauro pre-púber como un Deus ex machina para salir de cualquier atolladero en el que Hércules se metía. Todo lo que tenía que hacer el musculoso hére griego era decir, "¡Newton, alcánzame mi arco mágico/chirimbolo incandescente/shampoo!" y Newton iba, se acercaba a algún tronco seco y de ahí sacaba lo que fuera menester para ayudar a Hércules, porque los buenos siempre ganan en las historietas y los dibujos animados. Cosa que a veces me llena de rabia, porque la mayor parte de las veces encontraba a los malos más interesantes que los buenos con su moralina y sus poses de perdonavidas.

Hay otras cosas dignas de rescatar de esta serie. Como la cancioncita del comienzo, cantada a pleno pulmón por algún tenor de ópera: "Heeerculeeees - Lleno de histoooriaa eeeres, Heerculeeees"... Y el famoso 'Toot', un sátiro mucho más joven que Newton (¿un satirín?) que hacía el papel de sidekick del centauro. Que yo sepa, es la primera vez que un sidekick tenía su propio sidekick. Algo así como si el Robin de Batman tuviera a su cargo un niño de siete años. Como dijo don Quijote alguna vez, ¡Cosas veredes, Sancho!

Bueno. Cero que ya basta por ahora de atormentarles a aquellos que vieron esta serie con recuerdos morbosos. Dejemos descansar a Newton, Hércules, Toot y su estrambótica visión del mundo mitológico griego en el panteón, o más bien, la fosa común, de los dibujos animados dignos de ser olvidados, junto a próceres de la mediocridad animada como Rocket Robin Hood, Roger Ramjet y Biiiiiiiiiiiiiirdman.

Pero no sin antes incluir a Newton en mi lista personal de los personajes más idiotas de los monitos animados. ¡Por méritos propios!

POST-DATA: Un amigo chileno me informa de que Cartoon Network está reponiendo "Hércules" en Chile. Así que, si alguien tiene cable, les ruego que eviten la serie a no ser que quieran quedarse con la extraña sensación de haber perdido cinco minutos de sus vidas en algo tan mediocre.

domingo, julio 02, 2006

el Personal Stereo

Aunque no se lo crean ustedes, y a pesar de lo computín que soy, aún no poseo ningún reproductor MP3 portátil. Cada vez que necesito llevarme la música a cuestas, y cuando mi computadora portátil es demasiado engorrosa, opto por escuchar la radio 'analógica' a través de mi viejo pérsonal Sanyo, con su compartimento para cassettes (que ya casi no uso) y su ruedita para sintonizar las emisoras tanto de AM como de FM.

Comparado con los iPods y demás reproductores MP3 contemporáneos, tanto los que usan disco duro como los de memoria FLASH, mi pérsonal es un mamotreto grande, obsoleto y limitado, una antigualla que pertenece al baúl de los recuerdos. Pero, a pesar de todo, mi viejo Sanyo continúa haciendo su humilde trabajo, el de acompañarme con la música en las emisoras de FM que capta, o bien escuchar las noticias del día en las emisoras de AM.

Uno de los motivos que me llevó a comprar este aparatito, hace ya tres años, es que es idéntico a los pérsonals de los años 80. Y es que, así como los MP3 caracterizan esta década que vivimos ahora, y los 'Discman' pertenecen a los años 90, los ochenta fueron la época de los Walkman, o bien Pérsonals, como los bautizamos en Chile. Y ya saben ustedes que este servidor es un fanático de la nostalgia ochentera.

A pesar de que tenemos radios de bolsillo desde los años 50, y existían reproductores de 'Compact-cassettes' que podríamos considerar como portátiles desde mediados de los años 60, el 'walkman' se convirtió en un icono de los años 80, junto a los cariñositos, los colores pastel, los videos Betamax, el Pac-Man, Frutillita Village y los Fonzies.

El Walkman, tal y como lo conocemos, se gestó en 1979 en los laboratorios de Sony, casi por accidente. En aquel año, la compañía se estaba reestructurando, y los responsables de la división de grabadoras de cinta se vieron obligados a sacar un producto nuevo al mercado, o de lo contrario, el departamento dejaría de existir como tal. Así, pues, y partiendo de la grabadora portátil 'Pressman', diseñaron un pequeño reproductor estéreo de cassettes. Akio Morita, el fundador y jefazo de Sony por aquellos años, probó el aparato y quedó tan encantado que dio luz verde al proyecto. Así el 24 de Marzo de 1979 nació el TPS-L2, el primer walkman de la historia, que costaba nada menos que 200 dólares de la época (o su equivalente en yenes).

Viendo el enorme potencial del invento, las demás compañías de electrónica se subieron al carro de la 'música portátil' tan pronto como pudieron, de tal forma que, para 1981, había por lo menos una veintena de modelos diferentes en el mercado.

Los pérsonals de la primera generación, aunque tienen una amplia gama de colores y formas, en general presentan unos detallitos que los caracterizan de los que vendrían después: la mayoría contaba con dos salidas de audífonos (para compartir la música con tu amigo/a favorito/a, qué choro, ¿eh?), controles de volumen separados para los canales izquierdo y derecho (!!) y un botoncito que activaba un micrófono ambiental para oir el ruido alrededor del usuario en vez de la música. Una idea excelente, aunque poco práctica. Con semejantes características, y considerando la época, no es de extrañar que la mayoría de esos pérsonals costaran tan caros como un reproductor MP3 hoy en día, aunque ni siquiera tuvieran radio. Fue por ello que algunas compañías, como Aiwa o Toshiba, desarrollaron y comercializaron módulos receptores de radio que cabían en el compartimento de cassettes y pasaban la onda a través de los cabezales del cassette. Ah, y por supuesto, aquellos viejos pérsonals eran cuadrados, angulosos, rectos, como la mayor parte de los diseños de los años 80.

En los años siguientes, los fabricantes de electrónica barata también ofrecieron modelos a precios más competitivos, por lo que las compañías grandes, como Sony o National/Panasonic, ofrecieron más prestaciones para justificar sus altos precios. Así surgieron los modelos que ofrecían radio AM y FM incorporada, sonido Dolby-D (esa tecnología era como la alta fidelidad de los cassettes), auto-reverse, ecualizadores para modular el sonido e incluso dos casseteras en un sólo aparato, para escuchar el doble de música. El paradigma de aquellos 'mega-walkmans' fue el CQ-F22K de JVC, lo más completo que se podía conseguir en 1982.

Tampoco podemos olvidar la serie 'Sports' de Sony, aquellos walkmans de colores chillones (pero sobre todo amarillos, auriculares incluidos) sumergibles; elemento imprescindible cualquier cabro o cabra que se quisiera sentir 'la muerte', junto con las zapatillas Adidas y las camisetas de Ocean Pacific. El primero de estos modelos 'deportivos' salió en 1982, y llegó a haber uno con baterías solares, el no va más de... de... eeeh, la pitutería, diría yo.

Los radioreceptores RD-10 y RD-100 de Casio, de 1985, merecen una nota aparte, porque tenían el tamaño y el grosor de una tarjeta de crédito, y sólo dos milimetros de grosor. Un compañero mío de colegio se compró una de estas pequeñas maravillas, y tuve ocasión de verlo con mis propios ojos, incluído el peculiar audífono estéreo, cuya clavija era plana como si la hubieran hecho con papel de aluminio dorado. Este es probablemente el más raro de los walkmans de los 80, que se cotiza a precios astronómicos

A pesar de que aún se venden los walkmans 'de toda la vida' (con un precio mucho más ajustado, por supuesto, ahora nadie va a gastarse una fortuna en un reproductor de casettes con radio incorporada), su época dorada acabó hace ya mucho tiempo. La aparición del primer 'Discman', de la misma compañía que desarrolló el 'Walkman', marcó el comienzo del fin de los pérsonals como aparato 'de última tecnología', pasando al nivel más mundano de aparatito de uso diario. En los años 90, siguiendo las tendencias de diseño 'orgánico', las formas de los pérsonals se hicieron más redondeadas y compactas, e incorporaron pantallitas digitales, pero eso ya es otra historia, digna para algún blog dedicado a la nostalgia de los años 90, si es que existe alguno.

El primer pérsonal que tuve me lo trajo el viejo pascuero en las navidades de 1985, hace ahora casi 20 años. Era una radio FM de marca 'chancho', en una caja que sólo ponía "SPORT RADIO" y con una fotito de la radio con una pelota de básketbol a la que habían puesto los auriculares. Por supuesto, mi radio tenía los típicos auriculares de los 80, los tipo 'casco' con almohadillas naranja (que casualmente viste nuestro 'cabro de los 80'), y me acompañó hasta que un buen día se rompió. O, más bien, lo rompí. Ejem.

Luego, heredé de mi hermana mayor el 'walkman' que a ella le habían regalado en 1982. Era uno de esos 'walkman' de primera generación de los que he hablado antes, con sus dos tomas para auriculare y la insólita (para mí) capacidad para grabar en el cassette directamente de la radio. ¡Qué maravilla! A ese lo 'freí' literalmente en un experimento: quería saber si el Walkman funcionaría si lo conectaba a la red electrica con un transformador de 12 voltios. Luego me di cuenta que lo que el walkman necesitaba eran tres voltios. En fin.

Antes de que acabara la década de los 80, me acuerdo de haber tenido otro pérsonal marca chancho, pero mejor terminado, que tenía radio AM/FM y cassettera, y cuya caja de color amarillo intenso intentaba aparentar que se trataba de uno de esos walkmans 'Sport' de Sony. Pero ahí acababan las similaridades, porque ese no era ni sumergible, ni a prueba de salpicaduras, ni nada. Uf, una de mis grandes frustraciones de mi juventud es, precisamente, no haberme duchado escuchando mi música favorita a través de los auriculares amarillos de uno de esos Walkman Sports, que nunca tuve.

Han pasado los años, y he tenido muchos otros 'walkmans' -siempre de los más baratos, porque mi presupuesto es corto, claro- hasta llegar a mi fiel Samsung. Lamentablemente, creo que este será el último 'walkman' clásico que tenga, y el siguiente será uno de esos anodinos 'MP3', a menos que me anime y compre algún 'walkman' viejo de los que se ven todavía en eBay.

miércoles, mayo 03, 2006

¡Comienza el viaje!

Damas y caballeros, fanos y fanas, amigos y amigas que leen este blog:

En unas pocas horas, en concreto a las 8 de la mañana -hora romance de verano-, tomaré un tren de RENFE que me dejará en Madrid a las 14:30, donde me recogerá mi hermana, que vive en esa ciudad, y pasaré la tarde en con ella y sus tres hijas, que, claro está, son las mejores sobrinas que un tío puede tener.

Al día siguiente, es decir, el Viernes, iré al aeropuerto de Madrid-Barajas a media mañana para esperar hasta que el avioncito que ven ustedes a la derecha de este texto despegue, con destino a Santiago de Chile, donde espero estar, Dios mediante, aproximadamente a las siete y media de la tarde del mismo viernes.

Así las cosas, espero pasar unos días muy agradables en compañía de los chilenos y chilenas que conozco, y otros que espero conocer en persona, y volver a nutrirme de la cordialidad y la calidez humana característica de esa gente que vive arrinconada entre las alturas de vértigo de los Andes y la profundidad azul del Océano Pacífico.

¡Nos vemos!

miércoles, abril 19, 2006

Las revistas Disney

La compañía Disney™ no me simpatiza desde hace muchos años. A medida que uno crece, el 'mágico mundo de colores™' que se preconiza se va desvaneciendo, hasta que llega un momento en el que te das cuenta que detrás de los colores pasteles™ y la alegría sacarinosa™ y políticamente correcta™ se esconde una enorme corporación™ cuyo objetivo, como el de cualquier otra corporación, es el hacer tanta plata™ como sea posible.

De todos modos, no es mi propósito el criticar a Disney™. Para eso hay ya un equipo de gente altamente cualificado en todas partes del mundo. Lo que pretendo escribiendo este artículo es un poco más humilde: el recordar el "Tío Rico", el "Tribilín", el "Pato Donald", el "Mickey", el "Disneylandia"... En fin, aquellas revistas que la Editorial Pincel publicaba y que estaban presentes en todos los quioscos de los años 80, y que tantos niños y niñas leíamos con devoción en nuestros ratos libres.

Detrás de aquellas historietas, que aún hoy en día son entretenidas de leer, se esconde el trabajo de muchísimos artistas no sólo de los EE.UU. sino también de países europeos e incluso de Brasil, que ayudaron a crear lo que hoy conocemos como 'universo Disney'.

Muchos de los personajes que hoy recordamos como parte de aquel universo son, precisamente, obra de esos autores. Por ejemplo, Carl Banks, un ilustrador que empezó trabajando en los estudios de animación de Disney en los años 30, creó la ciudad de Patolandia, donde se desarrollaba la mayor parte de las aventuras del Pato Donald y su familia. Además, creó personajes tan carismáticos como el mismísimo Rico McPato, Glad Consuerte, Giro Sintornillos... Incluso los chicos malos salieron de su fértil imaginación, y además, estableció el estilo gráfico en el que se basarían todos los artistas de historietas Disney que vendrían después.

Otro de los grandes artistas de los comienzos de Disney fue Al Taliaferro. Al es anterior a Carl Banks, el padre de Hugo, Paco y Luis, la abuela Pato e incluso se le atribuye la creación de Daisy. A pesar de que Taliaferro se dedicaba a las tiras cómicas de aparición diaria en los diarios, trabajo que empezó en 1932 y continuó hasta su muerte en 1969, sus tiras aparecían con frecuencia en las revistas Disney como 'fillers' (es decir, como relleno), tradición que continuó muchos años después de su muerte. Acá les dejo una muestra de su estilo, seguro que lo reconocen.

En Europa, las revistas Disney fueron muy populares desde incluso antes de la segunda guerra mundial, especialmente en Italia, donde el estilo Disney generó escuela. Muchas de las historietas que leímos por estas latitudes son de artistas italianos, como Luciano Bottaro, cuyas historietas son identificables por su estilo fluido, Giorgio Cavazzano, un poquito más cercano al estilo clásico de Disney, y Romano Scarpa, elástico y creativo.

Entre todos esos creadores se encuentra, además, un chileno que produce historietas Disney para Europa. en Su nombre es Víctor Arrigada Rios, y su producción es de alrededor de 200 páginas al año -ayudado por un equipo creativo, Vic-Art Studios-. Hay que mencionar que Vícar es el creador de Mampato, trabajó en Barrabases, creó al Huaso Ramón -tira que aparecía en La Tercera en los años 80-... en fin, una verdadera estrella del cómic mundial que sigue trabajando, hoy en día, de forma callada, desde su estudio en Santiago.


Es una lástima que las historietas en general ya no tengan la misma influencia que tenía en décadas pasadas. Precisamente en los años 80, los nuevos medios de entretenimiento, como los videojuegos, cada vez más populares y sofisticados, y el uso cada vez más difundido de Internet a edades muy tempranas, van erosionando la solidez de los cómics en general, y los de Disney en particular. Esperemos que siga habiendo historietas de Disney por muchos más años, y que no terminen como los estudios de animación tradicionales.

A pesar de que han pasado más de 80 años desde que se publicó la primera tira de Disney en un diario, las historietas Disney siguen cumpliendo su cometido con la humildad que da el trabajo callado pero bien hecho: entretener a los chicocos -y los no tanto- y alimentar su imaginación con un universo lleno de personajes extravagantes y excéntricos, caricaturas extremas de una sociedad en la que es fácil sentirse identificado... diga lo que diga don Ariel Dorfman.

miércoles, abril 05, 2006

Una serie de dibujos animados: Érase una vez... El Hombre

Es curioso observar lo bien que vende la nostalgia. Aquí en Europa, podemos gastar nuestros Euros en colecciones de series infantiles que se emitieron hace más de veinte años, y la variedad de series es inmensa: desde aquellas de las que apenas guardo un vago recuerdo, por ejemplo, Banner y Flappy, hasta las que se hicieron famosísimas en todo el mundo, como Heidi o Marco. Y podemos comprarlas en los quioscos como colecciones independientes, junto con algún diario, a través de Internet o bien por medio del infame márketing directo.

Aunque me parece que en el fondo esta invasión de series animadas antiguas no es más que un montaje de márketing para que los que ahora cuentan treinta y tantas primaveras y algún que otro hijo al que entretener -bajo la falsa premisa de que lo que les gustó a los padres le tiene que gustar a los niños-, he de reconocer que, como nostalginauta que soy, todas estas colecciones son un verdadero filón para mí y para este humilde blog. Es por ello que he decidido poner mis ojos en una de las pocas series añejas de animación de las mejores que se ofrecen en ese lote. Me refiero a Érase una vez... el Hombre.





La serie original fue concebida por el productor y animador francés Albert Barillé en la segunda mitad de los años 70, y la ofreció a diferentes canales de televisión europeos -los que salen en los créditos de apertura-, con lo que Barillé y su estudio Procidis pudieron sacar adelante la serie, que se estrenó en la televisión francesa en Abril de 1978, y poco después en el resto de los países que financiaron el proyecto.

Por aquel entonces, el panorama televisivo europeo era bastante diferente al de hoy en día, la televisión era controlada únicamente por los gobiernos centrales y los televidentes disfrutaban únicamente de uno o a lo sumo dos canales de televisión en un horario muy restringido. La televisión era sólo LA televisión, había franjas de programación estables, y no había guerra por el share. En esas condiciones, Érase una vez... el Hombre se conviertió en un éxito inmediato, y pronto empezó a distribuirse por el resto del mundo.

La serie narraba, de forma bastante abreviada, la historia de la humanidad, empezando por un breve recuento de la formación de la Tierra y la aparición de la vida, y continuaba con los hechos más destacables de la historia, contadas de forma amena y sencilla. Había además un elenco fijo de personajes, tanto buenos como malos, que aparecían verstidos según la época y el lugar.

Hay algunos aspectos criticables en la serie, como por ejemplo, el excesivo eurocentrismo -o más bien, francocentrismo-, y el hecho de que la historia termina en la época de entreguerras, obviando todo lo acontecido a partir de 1930, desde donde hace un salto al presente de los años 70 y hace un sombrío comentario al futuro que nos espera según la óptica reinante en la época. Pero esas son críticas menores, sobre todo teniendo en cuenta el público al que está dirigida -cabros de entre 6 y 12 años-, y que el propósito de esta serie, según su creador, no es el explicar las cosas, sino el despertar la curiosidad de esos niños para que investiguen y aprendan más adelante. Probablemente, esa es una de las claves del éxito de la serie: que a pesar de hacer referencias a la historia, no es ni aburrida ni demasiado pesada: tiene el equilibrio justo entre entretenimiento y cultura, tantas veces intentado y tan pocas veces conseguido.

Animados por el éxito de Érase una vez... el Hombre, los estudios Procidis posteriormente lanzarían otras series de concepto similar, dedicadas al espacio, al cuerpo humano, al descubrimiento y colonización de América, a los descubridores, y la más reciente hasta el momento, a los exploradores, esta última lanzada en 1996, siempre mostrando al mismo elenco de personajes, aunque modificados según el contexto. Sin embargo, si no me engaño, esas series han ido decreciendo en popularidad y no alcanzan el éxito que tuvo Érase una vez... el Hombre.

"Érase una vez... el Hombre" llegó a Chile en 1981, televisada por Televisión Nacional, y fue tan exitosa como en el resto de los países donde se televisó. La Editorial Pincel sacó una serie de libros, medio cómic y medio libro de texto, que aún se puede encontrar en muchos desvanes y closets, olvidadas entre otros cachureos de la niñez de sus dueños.

¿Qué quieren que les diga? Esta es una de las poquísimas series de dibujos animados que realmente vale la pena comprar a los cabros de ahora. Con un poco de suerte, a lo mejor nuiestros hijos también se la regalan a nuestros nietos cuando ellos ronden la treintena.


lunes, marzo 06, 2006

Pequeño homenaje a mi madre y la ciudad en que nació

Pequeño homenaje a mi madre y la ciudad en que nació
 

martes, enero 24, 2006

Una pausa

Lamento comunicarles que, debido a causas personales de extrema gravedad, me veo obligado a suspender temporalmente este blog de forma indefinida.

Sin embargo, no se preocupen. Es mi intención volver a rememorar mi niñez en los años ochenta y compartirla con todos ustedes tan pronto como tenga ocasión. Es más que probable que en los próximos días pueda escribir alguna nota, si encuentro el tiempo y la disposición mental para ello, pero, mientras tanto, no me queda más remedio que dejar este blog en 'stand-by'.

Hasta pronto, amigos lectores.

sábado, enero 21, 2006

Cámaras fotográficas en los años 80

Cada vez avanzamos más rápido, amigo mío. La tecnología del bronce tardó medio milenio en hacerse común entre las comunidades paleoeuropeas. Las máquinas de vapor tardaron unos ciento veinte años en reemplazar a la tracción animal como medio de transporte. El automóvil reemplazó a los carruajes en unos sesenta años. El cine pasó a ser entretenimiento popular en unos treinta y cinco años. A la radio, convertirse en un fenómeno de masas le tomó un par de décadas. La televisión habrá tardado unos quince años en llegar a una audiencia amplia. Las computadoras personales se popularizaron en diez ó doce años. Los CDs, como mucho, ocho. Internet se hizo popular unos cuatro años después del pistoletazo de salida1. Al DVD, convertirse en el medio de soporte de datos por excelencia le tomó, como mucho, un par de años.

La velocidad es tal que ahora la tecnología de hace más de un lustro parece inconcebiblemente desfasada hoy en día. Tomemos como ejemplo las cámaras fotográficas digitales. En 2001 eran poco más que una curiosidad. Hoy en día son tan populares que ni Kodak ni Fuji/Minolta fabrican cámaras analógicas, y empresas tan emblemáticas como Polaroid no tienen más remedio que diversificar su gama más allá de la fotografía para sobrevivir.

Al volver la vista atrás, nos parece casi inconcebible que la tecnología digital fuera casi inexistente hasta hace bien poco. ¿Me acompañas en una gira nostálgica por lo que fue la tecnología punta para los cabros de los ochenta?

Empecemos por el tope de gama: las cámaras de 35 milímetros. Ese formato era, de lejos, el más popular de los años ochenta, usado tanto por aficionados como por profesionales. Lo más probable es que tu papá tuviera también una, tal vez sencilla, a lo mejor sofisticada, ¿qué más da? Y seguro que él la sacaba y la usaba para inmortalizar aquellas vacaciones, ese cumpleaños, la escapada al campo... La de mi padre era una Canon AE-1 que se compró en 1979, un aparato muy avanzado en su época, la cámara que introdujo la electrónica en el campo de la fotografía. Eso sí, nada de 'auto-focus', sistema anti-temblores o zoom automático. La electrónica únicamente te decía qué era lo que tenías que hacer. El enfoque, la velocidad del obturador, el pulso firme y todo lo demás lo tienes que hacer con tus propias manos. El diseño de esta cámara aún parece vagamente contemporáneo, pero me imagino que para las nuevas generaciones de fotógrafos digitales se ve tan extraño como una cámara 'de fuelle' para mis ojos. Pero ya les llegará la hora a las cámaras actuales.

Todas la cámaras de familia, y especialmente las que usan película, tienen un halo que las transforman en artefactos mágicos a los ojos de los niños, tanto por lo delicada que es la máquina como por el insondable misterio de las imágenes captadas. Dentro de la cámara, en una oscuridad absoluta, las imágenes que el objetivo ha captado descansan, invisibles a la vista, tan frágiles que basta un rayo de luz chiquitito para que se pierdan para siempre. Y cuando uno es cabro chico oye esas explicaciones y de verdad crees que una cámara es un aparato cuya magia sólo puede ser invocada por las manos expertas de un adulto.

Otra de las cosas que van pasando poco a poco al olvido es el ritual del revelado, que también avanzó muchísimo durante los años 80. Si al inicio de la década lo normal era dejar el carrete y volver a la tienda de revelado al día siguiente para recoger las fotos, en el sobrecito de papel que olía a emulsión fotográfica, poco a poco se impusieron métodos de revelado que acortaron el tiempo de espera. Seis horas, tres horas, una hora, treinta minutos... creo que en las pocas tiendas de revelado que aún sobreviven, el proceso no dura más que 10 ó 15 minutos en la actualidad. Las casas de revelado se han reciclado y hoy en día la mayor parte del negocio lo sacan de la venta de cámaras digitales y memorias FLASH, y en vez de revelar carretes, te pasan las fotos digitales a un CD o bien las imprimen en papel. Renovarse o morir.

Claro que las máquinas de 35 mm no fueron las únicas disponibles en los años 80. Estaban, por ejemplo, las Polaroid, sobre todo esas que escupían con mucho ruido mecánico un rectángulo negro enmarcado en cartulina. Dejabas pasar unos minutos y entonces veías, con tus propios ojos, cómo la imagen en el rectángulo iba tomando forma y los colores aparecían gradualmente. Eso sí que era verdadera magia. Lamentablemente las Polaroid eran demasiado caras por aquellos días, y por más atractivas que fueran para los cabros chicos, debido a lo sencillo de su manejo, ese era también un juguete dedicado sólo a los mayores. Aunque a nosotros, cabros chicos, se nos desataba la imaginación: ¿Qué no seríamos capaces de hacer con una cámara que no necesita de la potencialmente vergonzosa visita a una tienda de revelado? Me da a mí la impresión que haríamos exactamente lo mismo que los cabros de ahora con sus webcams. Un cabro siempre es un cabro.

El formato fotográfico ideal para para un cabro chico era el '110'; de hecho, la primera cámara de verdad que tuve fue una Kodak Ektralite 10 que me dejó el viejo pascuero en 1985. Las cámaras de 110 eran sencillísimas de usar y de cargar. Recuerdo que el rollo que me vino con la cámara lo gasté inmediatamente en fotos con motivos bastante estúpidos, pero gracias a esa estupidez, he sido capaz de recordar detalles que se me habrían escapado hace tiempo, como la maqueta del Concorde que tenía en mi cuarto, la forma de la silla en mi habitación, las cortinas, mi colección de 'Tentes', las vistas desde mi ventana... Gracias a las fotos que sobrevivieron, soy capaz de tener un recuerdo nítido del cuarto que ocupé en la casa de Providencia en la que viví a partir de 1986.

Las cámaras 110 eran fáciles de fabricar, adquirir y mantener, y durante su apogeo se vendieron por millones, con todas las formas y colores -incluídas las diminutas minicámaras con cadena de llavero-, por lo que es imposible hacer una lista completa de modelos. De todos modos, estoy seguro que si eres un cabro o cabra de los 80, habrás tenido al menos una 110.

Oh, por cierto, a lo mejor ya no te acuerdas, pero en los años 80 también tuvimos una revolución fotográfica frustrada: las cámaras Disc, lanzadas en 1982 por Kodak. En vez de tener carrete, esas cámaras usaban un disco chiquitito que supuestamente las hacía superiores. Al comienzo las cámaras Disc se vendieron como pan caliente, pero cuando la gente se cansó de sus precios relativamente caros, sus diminutos negativos, las dificultades para hacer ampliaciones de calidad y la escasez de sus discos, las ventas cayeron tanto que en 1988 Kodak las sacó del mercado y volvió al formato de 35mm para sus cámaras más populares.

Fue un duro golpe para Kodak, pero la compañía equilibró este fracaso con el impresionante éxito que obtuvo la Fling de 1987, la primera máquina de usar y tirar que se sacó al mercado (ese era el lema de los ochenta, 'usar y tirar'), y posiblemente una de los últimos hitos en la historia de las cámaras analógicas, si dejamos aparte la invasión de electrónica que llegó ya bien entrados los años 90.

Los tiempos han cambiado radicalmente. Ahora, ya no se hay que esperar que te revelen las fotos. Ni tampoco hay que comprar carrtes nuevos, ni fijarse en la fecha de vencimiento de la película, ni enfadarte si una foto sale velada o movida o si a la película le entra la luz. Las cámaras digitales están por todas partes, como aparato autónomo, enchufados al computador como 'webcams', o incorporados a los teléfonos móviles. Los carretes están irremediablemente condenados al baúl de los recuerdos.

Aunque me da pica no ser AHORA un cabro chico y poder hacer las bobadas que con toda seguridad habría hecho sabiendo que mi cámara y yo somos cien por ciento libres de hacer cualquier lesera. Ahora soy demasiado grande para hacer leseras y me aburren. ¡Pucha que tienen suerte los cabros chicos de ahora!




1: Síiii, ya lo séee, Internet se inventó en 1969, pero el empujón definitivo no llegó hasta que el gobierno Clinton lanzó la iniciativa de las superautopistas de la información en 1994.

viernes, enero 20, 2006

Un hecho - El Atentado a Pinochet

Como vimos en un artículo anterior, 1986 sería para el PFMR el año definitivo, en el que derrocarían el gobierno de Pinochet, vengando así el golpe de estado de 1973. El plan, originalmente concebido entre 1984 y 1985 por algunos dirigentes del PC, suponía que para aquel año el desgaste de Pinochet al frente del gobierno y el desarrollo del FPMR iban ser tales, que se estaría en condiciones de ajusticiar al dictador.

La realidad de aquel año fue diferente. Por un lado, el CNI resultó mucho más cruel y eficaz de lo que los frentistas supusieron. El FPMR perdió muchos militantes, algunos de ellos muy difíciles de reemplazar, y el CNI obtuvo mucha información valiosa gracias a las torturas inflingidas a los que tuvieron la poca suerte de ser capturados vivos. Durante 1986, el Frente estaba muy lejos de ser la fuerza desestabilizadora y omnipresente, al estilo del Viet-Cong del 1968, que aquel núcleo duro del PC anhelaba. Las cosas empeoraron todavía más cuando el arsenal de Carrizal Bajo fue descubierto y el Frente se vio privado del material necesario para el levantamiento popular previsto.

Desde el punto de vista político, la situación tampoco les era favorable. La Alianza Democrática, que aglutinaba todos los partidos de la oposición moderada, había inaugurado la vía de la salida dialogada de la dictadura con un apoyo popular cada vez más amplio, aislando al PC y su tesis de acabar con el régimen militar por las armas. Además, el gobierno no acusaba el desgaste de 13 años de poder consecutivo, satisfecho de una gestión ejemplar, según ellos, y la economía se recuperaba paulatinamente de la crisis del 82.

En una posición cada vez más incómoda, sin suficientes armas ni militantes para organizar un movimiento de insurgencia serio, y con un apoyo popular decreciente, el FPMR intentó jugarse todo a una carta. Su intención era "romper el palo mayor del velamen dictatorial", es decir, matar a Pinochet.

En mayo de 1986, el oficial frentista José Valenzuela Levi, apodado "comandante Ernesto", fue encomendado para diseñar una emboscada a la comitiva presidencial, que sería conocida como "Operación Siglo XX". Valenzuela escogió a los militantes más experimentados del Frente -algunos de ellos recibieron adiestramiento especial en Cuba- y se realizó un discreto seguimiento a las actividades y movimientos de la comitiva de Pinochet para marcar el lugar y momento oportunos para la encerrona.

El lugar designado fue 'la cuesta de la achupalla', un tramo de la carretera del cajón del Maipo, frecuentado a menudo por la caravana presidencial por las escapadas que hacía Pinochet los fines de semana a su finca en el Melocotón. En esa zona, la ruta es considerablemente angosta y las vías del ferrocarril de vía estrecha que sube a El Volcán, abandonado por aquel entonces, pasaba justo por encima de la ruta, lo que la convertía en un punto ideal para fuego de desenfilada. La idea era simple: bloquear la comitiva por delante y por detrás y acribillarla con fuego de fusilería y lanzagranadas desde la vía y los vehículos implicados en el bloqueo.

La base de operaciones se estableció en una casa arrendada en La Obra, en pleno cajón del Maipo. A partir del mes de Agosto de 1986, grupos de frentistas reconocieron el terreno y se establecieron en los alrededores de El Melocotón para vigilar los movimientos del tirano. El viernes 5 de Septiembre, posiblemente después de que vieran la comitiva presidencial subiendo al refugio de El Melocotón, se hizo una última reunión en la casa de La Obra, se revisaron los planes, se repartieron las armas y la munición. El atentado tendría lugar cuando la comitiva volviera a Santiago.

Imagínate la tensión de esos hombres y mujeres a lo largo de aquel fin de semana, esperando, convencidos que están a punto de pasar a la historia de Chile como los libertadores de Chile, los que vengaron a Allende, los que acabaron con la dictadura. Los minutos pasan eternos, las horas parecen años. Pasa el sábado lentamente. Pasa la mañana del domingo, la hora de comer, la tarde. Los autos que serán usados en la encerrona están listos. Las balizas que desviarán el tráfico que suba por la carretera, para cortar el tráfico de subida, también. Toda la atención está puesta en el teléfono de la casa de la Obra, a la espera de la noticia de que la caravana está en marcha...

El teléfono suena a las seis y veinte de la tarde con la confirmación: la caravana está en camino. Todos a sus puestos, sólo hay quince minutos hasta que pasen en el lugar de la emboscada.

La comitiva está compuesta por seis autos y dos motocicletas de Carabineros. Pinochet viaja en el asiento trasero del cuarto auto, un Mercedes Benz SEL gris plateado, acompañado de su sobrino. De la caravana, sólo los dos Mercedes están blindados, los autos de los escoltas, no. El ritmo de la caravana se enlentece: la carretera está llena de curvas. Por detrás aparece una camioneta Toyota, que circula a pocos metros de la fila de vehículos.

Están en la cuesta de las achupallas. Faltan veinticinco minutos para las siete.

De repente, un Peugeot 504 Station Wagon con una casa rodante que viene en sentido contrario se atraviesa en la carretera. Los carabineros en las motos son alcanzados por una ráfaga de subfusiles, que también alcanzan el primer auto. De la caja de la camioneta salta un grupo de personas encapuchadas que lanzan una granada LAW al vehículo trasero que explota y arde en seguida. Y otro grupo de encapuchados parapetados en las vías a unos metros de la ruta lanza otro LAW contra el segundo auto, destruyéndolo en el acto. El fuego de fusilería y granadas de mano y propulsadas se intensifica, se concentra en los dos Mercedes Benz de la comitiva, mientras los escoltas, desorientados, se parapetan al otro lado de la carretera y disparan sus armas contra los autos que les bloquean el paso. Los encapuchados en las vías lanzan otro LAW más, contra el auto en el que Pinochet se encuentra, pero la granada choca rebota contra la ventana blindada sin estallar. El conductor de ese auto reacciona, logra salir del atolladero, esquiva los restos calcinados que llenan la carretera y arranca hacia El Melocotón mientras las balas de M-16 rebotan contra el blindaje del Mercedes.



Los frentistas se retiraron de inmediato, enfurecidos, llevando consigo a algunos heridos. Mataron a cinco escoltas e hirieron gravemente a otros diez, pero Pinochet se les escapó entre los dedos, aparentemente ileso. ¡La operación Siglo XX había fracasado!

La noticia saltó unos minutos después, las radios y las televisiones interrumpieron su programación y al comienzo dieron noticias más bien vagas... tiroteo... Pinochet... heridos. Yo me enteré en mi casa, mis papás estaban afuera, y creo que estaba jugando en el jardín cuando de repente Inma, la empleada que teníamos, salió disparada de la cocina a la sala para ver la TV, y gritaba, ¡Han matado al Pinocho! con una sonrisa en sus labios. Al comienzo nadie sabía qué había pasado, pero poco a poco fueron llegando noticias que confirmaban que Pinochet seguía vivo, al comienzo, y luego, que estaba ileso. Unas horas después, el mismo Pinochet apareció, vestido probablemente con las mismas ropas que llevaba en el momento del atentado, mostrando las huellas del atentado en el Mercedes frente a las cámaras de Televisión Nacional. Los diarios salidos el día siguiente ya tenían bastante más información que ofrecer a sus lectores.

El toque de queda se estableció de inmediato, y mucha gente en todo Santiago tembló ante una versión criolla de la noche de los cristales rotos por parte de un CNI enfurecidísimo. Efectivos de Investigaciones iniciaron una operación preventiva en la que detuvieron a varios líderes opositores, entre ellos al actual presidente, Ricardo Lagos. Era la forma de rescatarlos de la violenta razzia que la CNI inició tras la emboscada y que dejó a cuatro opositores acribillados esa misma noche. Originalmente los escogidos iban a ser cinco, para vengar cada muerto que la CNI había sufrido, pero uno de los condenados escapó a última hora.

Una vez mas, como en Carrizal Bajo, hubo una cadena de irresponsabilidades que echaron por tierra los propósitos del FPMR. Por un lado, el material que se les dio a los frentistas eran fusiles M-16 y lanzagranadas LAW, cuando los tiradores habían sido entrenados para usar AK-47 y RPG-7, con propiedades de tiro diferentes. Además, el material no estaba en las mejores condiciones: El LAW que impactó en el auto de Pinochet no estaló. Para colmo, no contaban con la retirada del Mercedes presidencial: no había ningún vehículo designado para una persecución, y ninguno de los tres puentes que debía cruzar Pinochet para llegar a su refugio estaban minados, lo que habría hecho volar al jefe de la Junta Militar por los aires.

Para el FPMR la operación Siglo XX fue un fracaso total. Por un lado, el estado Cubano quedó muy irritado ante la incompetencia de los frentistas -por segunda vez consecutiva, recordemos el fiasco de Carrizal Bajo- y le retiró el apoyo logístico con el que habían contado hasta entonces. Por el otro, la Alianza Democrática condenó enérgicamente el atentado, así como la OEA y los EE.UU. (bueno, en fin, ya se sabe...) Además, el CNI recrudeció su represión contra toda la oposición en general, y contra el FPMR en particular; capturó a algunos de los implicados en el atentado y siguió tirando del ovillo, hasta encontrar a José Valenzuela Levi, el que diseñó la emboscada contra Pinochet... y lo mató, precisamente, en una emboscada, junto con otros doce frentistas en diferentes partes de Santiago el día 15 de junio de 1987, durante la fatídicamente famosa "operación Albania", que volvió a la memoria de todos el año pasado a causa del enjuiciamiento de sus responsables.

Por un lado me alegra el saber que Chile rehúsa olvidar los crímenes y abominaciones cometidos durante la dictadura por tantos elementos de las FF.AA, señal de que el país es lo suficientemente maduro en este momento para encarar el pasado sin miedo. Pero me asombra el ver cómo algunos se empeñan en mitificar a los caídos en la matanza de Corpus Christi como si se tratara de angelitos de vida ejemplar e inocente, cuando a mí me parece que los frentistas habrían hecho exactamente lo mismo a sus rivales. Ahí quedan las armas de Carrizal Bajo como mudo testimonio a sus intenciones.

En serio, si vamos a recordar el pasado para superarlo, vamos a recordarlo ENTERO, ¿ya? Admitamos los errores, condenemos los crímenes cometidos, ensalcemos los aciertos y recordemos la situación en su globalidad. Si olvidamos la historia, estamos condenados a repetirla algún día. Y esto no sólo se aplica a Chile, sino a toda la humanidad.

lunes, enero 16, 2006

El Gran Héroe Americano

Te seré sincero, amigo lector. Nunca me han gustado los superhéroes. No me siento identificado con ellos, en general son demasiado... vacíos, presumidos y prepotentes, con perdón.

Mi escepticismo también se extiende hacia el género escapista, el protagonizado por seres ultra-mega-recontrapoderosos, sea física, intelectual o económicamente, a los que no les cuesta ningún esfuerzo conseguir lo que se proponen. Porque a mí, que soy tan humano, debilucho, de inteligencia mediana y pobretón, me patea el hígado. Mucho. Así que no te voy a ocultar que lo que siento hacia los superhéroes (y derivados al estilo Dragon Ball) es una envidia fenomenal.

Lo que sí me agradan son las sátiras que demuelen el género, sobre todo las bien intencionadas. Y del género de los superhéroes, una de las mejores fue la serie "El Gran Héroe Americano", que se vio en las pantallas de TV chilenas y del resto del mundo a partir de 1981. Superhéroes patosos ha habido por montones, pero de la talla del personaje que encarnó William Katt con su melena rizada, muy pocos.

La historia era bastante sencilla. Unos extraterrestres benévolos bajan del cielo en un OVNI y le dan un traje de superhéroe a un profesor de secundaria llamado Ralph Hinkley para combatir el crimen y la injusticia. Hasta aquí todo bien, si no fuera porque Ralph, torpe por naturaleza, pierde el manual de instucciones y no sabe cómo utilizar los poderes del traje.

A su lucha contra el crimen se une Bill Maxwell, agente del FBI, también testigo del aterrizaje de los alienígenas, y la novia de Ralph, Pam Davidson, que se ven envueltos en todo tipo de situaciones dignas de Buster Keaton. A pesar de todo, la mayor parte del interés de la serie lo protagonizaban los constantes roces entre los personajes, sobre todo, la diferencia entre la idiosincrasia liberal de Hinley y el cínico pragmatismo de Maxwell, aunque la serie también incluía acción y aventura en su justa medida.

"The Greatest American Hero" fue originalmente emitida por la cadena estadounidense ABC para la temporada de 1981, y fue un éxito redondo a pesar de que DC Comics los llevó a juicio más de una vez por lo que ellos consideraban un plagio a su sacrosanto Superman. De hecho, DC intentó evitar que el episodio piloto se emitiera porque, según la editorial, la serie vulneraba sus derechos de autor, e intentaría clausurar la serie otra vez en la segunda temporada.

Para colmo, el 30 de Marzo de aquel año, Ronald Reagan sufrió un atentado a manos de un personaje llamado John Hinckley, un apellido demasiado cercano al del Ralph Hinkley de la ficción. Por ello, la cadena le cambió su nombre a Hanley, aunque se volvería al apellido original en 1982.

La popularidad acompañó a "El Gran Héroe Americano" durante sus dos primeras temporadas. Para 1983, sin embargo, perdió la guerra del ráting contra "El auto fantástico", por lo que fue retirada de la programación de ABC apenas pasados cuatro capítulos. La serie, sin embargo, vivió una segunda temporada dorada cuando fue sindicada y vista en el resto del mundo. Si la memoria no me falla, "El Gran Héroe Americano" se emitió en Chile en horario prime time en 1985, emitido por Canal 13, y luego sería relegado a los 'rellenos' en temporada y horario bajos. tanto el show como su cancioncita se hicieron parte de la niñez de los cabros de los 80.

Pero una serie tan bien hecha es difícil de olvidar, sobre todo para los canales de televisión, ávidos de contenidos que atraigan anunciantes. Por ello, se habló de producirla otra vez en 1986, aunque los productores chocaron con la negativa de William Katt para volver a ponerse el pijama rojo. "(The Greatest American Hero) ha sido el personaje más ridículo que he hecho en mi vida, y no volvería a encarnarlo por nada del mundo", declaró, y nos dejó a todos con cuello.

Los productores entonces reemplazaron a Ralph Hinkley con una mujer y realizaron el piloto de lo que sería el inicio de "La Gran Heroína Americana", pero la cadena se arrepintió a última hora, el episodio nunca fue emitido y la serie no se realizó. Luego se habló de una película que empezaría a filmarse en 2004, pero por lo visto, sólo eran rumores.

Cómo echo de menos ese tipo de programas, tan típicos de ver en la TV de los años 80. Tengo sed de series que sean cómicas, con algo de acción y aventura y no demasiado pretenciosas. Ahora todo son sitcoms y reality shows. En fin, será cuestión de adaptarse a los nuevos tiempos.... y apagar el televisor para siempre.

domingo, enero 15, 2006

La Pausa Comercial de los domingos

Bueno, ahora toca la pausa publicitaria del Domingo.

En esta ocasión, les regalo un trocito de pausa comercial que encontré en un cassette que grabé en el 86 de la Radio Portales (Porrrrrrrrrtales, según el locutor). Hay un anuncio musical de Farmacias Brand (?), otro de Pisco Capel (con el famoso slogan "Las Cosas Claras y el Pisco Capel"), uno del suplemento "Tejemaneje" de Las Últimas Noticias y por último un aviso del hipódromo Chile hecho en el mismo estudio con diálogos bastante acartonados y poco creíbles.

Ten en cuenta que la cinta fue grabada hace ahora 20 años de una emisora AM, así que no te quejes si el sonido no es de la mejor calidad.


Por cierto, ¿no tendrá alguno de ustedes o ustedas algún cassette o cinta de VHS vieja con propaganda de la época? Lo digo porque ya me he quedado sin material y me gustaría volver a ver y escuchar avisos de los años ochenta como éste o el aviso de Free que puse la semana anterior. Si es así, déjame tu e-mail (y escribe "arroba" en vez del símbolo @, para evitar que un 'sniffer' te pille la dirección) y me pondré en contacto contigo, ¿ya?

sábado, enero 14, 2006

Mi bicicleta BMX

Cuando estás entre los 9 y los 12 años, cuando estás en esa edad dificil en la que empiezas a hacerte 'un niño mayor' aunque no eres todavía maduro, cuando te mandan todo el tiempo a hacer pequeños recados a la tienda de la esquina -guardándote el vuelto como justa recompensa-, cuando consideras un chico/a con un año menos que tú 'un pendejo'... tener una bicicleta el no va más de la libertad y la autonomía.

Y si estamos en los años ochenta, esa bicicleta TIENE que ser una BMX, o sea, 'de bicicross', ahora tan rara de encontrar, pero que era todo un fenómeno juvenil antes de la llegada de las 'mountain bikes' a partir de los 90.

Yo tuve una "Bianchi BiMX" que me compró mi papá en 1982 como premio a haber aprendido a andar en bicicleta yo solo, sin ayuda de nadie, en el campo de mi tío durante mis vacaciones en España en Agosto de aquel año. Mi bicicleta era una BMX de cabo a rabo, pequeña, ágil, robusta, sin suspensiones, de piñón fijo, de color gris metalizado, con guarnecidos de gomaespuma forrada en nylon rojo en la barra -¿para proteger mi entrepierna en caso de accidente?-, con ese manubrio enorme, también guarnecido, que mantenía mi espalda vertical y la hacía muy agradable para pasear. Mi bicicleta era mi pasaporte a la autonomía, mi primer vehículo, mi orgullo, mi pasión y mi deporte favorito en los veranos.

Pero también había otras marcas: las bicicletas más populares en Chile eran las "CIC" (que tenía un jingle que decía "¡Bi-cic-cross! ¡Resistente, velocísima, Bi-cic-cross!") y las 'Oxford' que por la época también hacía bicicletas BMX. La mía era una Bianchi, hecha en Italia, marca que también era -y sigue siendo- popular en el Chile de la época.

¡Cuánto disfruté de esa bicicleta! Subía con un vecino mío por la cuesta al cerro San Cristóbal, jadeando los dos como locos, para luego tirarnos cuesta abajo con alegría suicida, sintiendo cómo el viento nos daba en la cara a medida que adquiríamos más velocidad. O bien iba al Unimarc de Vicuña Mackenna norte a comprar 'Fonzies' cuando tenía algo de plata encima. Me pasaba las tardes enteras de verano pedaleando de arriba abajo, e incluso iba a visitar a un compañero de curso que vivía lejísimos, en la zona de Kennedy con Manquehue, una hazaña digna de admirar porque yo vivía en la zona de la Costanera, a mucha distancia.

Precisamente ahí, en aquella época, había un eríazo enorme que era usado para la feria semanal. Un día descubrí que la Municipalidad había hecho un trazado de bicicross en ese mismo sitio, probablemente para algún campeonato local -por aquellos años el bicicross era enormememte popular entre los cabros de la época y las municipalidades hacían actividades de ese tipo dia sí, día no-. Cuando el campeonato terminó, se llevaron las gradas, los anuncios de Coca-Cola y toda la demás parafernalia, pero dejaron la pista de barro intacta, gratis para todo aquel con una bicicleta. Esa fue la primera vez que puse a mi querida Bianchi a prueba en un circuito de Bici-cross de verdad. Y la cosa fue más o menos no más, porque siempre he sido prudente para arriesgarme. ¿Sabes qué te digo? Que eso del bici-cross es bastante entretenido.

Otro recuerdo que tengo de esa pista, aunque no tan agradable, es que intentaron robarme la bicicleta a la salida de ese circuito. Dos tipos salieron de la nada, agarraron la bicicleta por las ruedas, la voltearon -conmigo encima- y luego me dieron una soberana paliza de combos y patadas durante 30 ó 40 segundos para que la soltara. Aunque cuanto más me pegaban, más me aferraba a mi bicicleta con todas mis fuerzas. Al final apareció mi compañero en mi ayuda, los cogoteros arrancaron, y me quedé en el suelo llorando de dolor y rabia. Pero al menos había defendido con honor mi bicicleta. Aunque, eso sí, se me quitaron las ganas de escaparme a aquella pista, que desaparecería después engullida por los apartamentos que construyeron en el eriazo.

Luego crecí, y la bicicleta quedó arrinconada hasta que nos fuimos de Chile en el 88. He tenido después otras bicicletas, incluida alguna mountain bike, pero ninguna era tan cómoda y se manejaba tan bien y con tanta precisión como aquella vieja Bianchi BMX.