/* Blogger Template Style Name: CabrosDeLos80 Author: Miguel Estrugo URL: www.wintervision.com/~miguel Date: 26/XI/2005 last update: 9/IX/2006 */
Cabros de los 80 -- ¡EL BLOG!

jueves, diciembre 08, 2005

serie de TV - Sankukai

A mediados de los años 80, los cabros de aquel entonces solíamos acompañar el Milo y las tostadas de las once con Sankukai, que emitía el canal UCV cuando el sol empezaba a ponerse.

Recuerdo vagamente el argumento principal de la historia. Al parecer, en un futuro muy lejano, había un grupo de ultra-malos que querían conquistar el universo. Pero afortunadamente había un grupo de ultra-buenos que tripulaban una astronave que más se parecía al Caleuche que a una nave espacial y podían convertirse en ninjas o algo así, para pelear contra las criaturas de los ultra-malos que, obviamente, eran ultra-malas. Y había un robot que supuestamente era inteligente, pero como cada vez que aparecía era para decir una estupidez, al final me daba rabia verlo. Uno de los buenos se llamaba Hayato, y me acuerdo de ese nombre porque por aquel entonces estábamos estudiando el 'hiato' en castellano y algunos de mis compañeros confundían la secuencia de dos vocales que no se pronuncian dentro de una misma sílaba con el nombre del super-bueno asiático.

Creo que el gran jefazo de los malos era un robot, aunque más bien era una máscara inexpresiva, colgada en una pared, y tenía ojos como los blisters de los Chiclets de Adams, así que cada vez que veía a ese malo lo primero que se me venía a la mente era el tierno crujido de esos chicles cuando los masticas la primera vez y rompes la capa de caramelo que los cubre.

Y había muchas explosiones y modelos de naves espaciales estallando y peleas a brazo partido con muchos saltos y piruetas y poses estrambóticas -al parecer en las peleas en el Japón siempre hay que gritar el nombre del arma que vas a usar antes de usarla, al estilo de "LANZADOOOOR DE ESTREEEEELLAS!"-, y unos diálogos de lo más desopilante (¡Oh, no! Han herido a Ryu! ¡Ahora no tenemos salvación!) ambientadas en decorados kitsch, por no decir baratos.

La serie era mala. Muy mala. Los trucos se notaban, los actores sobreactuaban sus papeles y las luchas eran tan patosas que daban más risa que emoción. Todos sabíamos que al final los super-buenos iban a ganar, sobre todo porque casi siempre los planes de los super-malos eran simples y tirando a estúpidos.

Y tal vez por eso fue que tuviera tanto éxito entre nosotros. Por un lado, las peleas con muchos combos falsos y saltos y poses sobreactuadas eran exactamente lo mismo que hacíamos nosotros cuando jugábamos en el patio a la hora del recreo, aunque con menos espectacularidad por nuestra parte. Y además, el hacer estallar un modelo a escala de un avión, auto, barco, lo que fuera, en mil pedazos era algo que nos atraía morbosamente, así que cuando lo veíamos en la pantalla se nos caía la baba. Tengo por ahí algunos amigos que me confesaron que pusieron petardos en autitos y avioncitos de juguete por el mero placer de verlos estallar. Y he de confesar que si yo mismo no lo hice fue porque mis padres jamás me dejaron comprar petardos.

En general las series de acción destinadas a un público infantil japonesas (como esta misma, o Ultra Seven o los Power Rangers que vendrían mucho después) tienen las mismas características. Y no creo que sea porque los japoneses destinan pocos recursos para estas series, o que tengan libretistas pésimos. Me da la impresión que lo hacen con toda la intención del mundo, para que los cabros los imiten con más facilidad.

Y por eso siempre son tan populares.

(Visiten la página dedicada a Sankukai en el sitio Monitos del Pasado, y no se olviden de enviarle al autor más información acerca de la serie si la tienen.)

miércoles, diciembre 07, 2005

Mundo Mágico: 1987 - 2000

En 1987, en la comuna de Lo Prado, se inauguró Mundo Mágico, un parque de entretenciones que tenía por atracción principal una colección de los monumentos más significativos de Chile modelados en miniatura. El parque estuvo abierto hasta 2000, cuando la empresa decidió cerrar sus puertas para siempre. A partir de entonces sus miniaturas, que encandilaron a tantos niños, fueron presa del abandono más feroz, hasta llegar al momento actual, en el que hay poco en pie de lo que fue. Hace ya cinco años desde que el trencito rojo, que se llenaba de niños y padres los fines de semana, dejó de hacer el recorrido a través de ese Chile chiquitito.

Ya no queda casi nada de lo que fue uno de los parques temáticos más originales de Santiago. Todo lo más, algún recuerdo, ruinas de lo que fue la reproducción del Estadio Nacional, o las líneas en el suelo que demarcaban los carriles de la avenida Huérfanos. Y estas ruinas, además, tienen los días contados, porque la municipalidad de Lo Prado y el Metro, que comparten la propiedad de los terrenos, van a construir sobre ellos: se ampliarán los andenes en la zona del metro, y los terrenos de la municipalidad serán usados para crear una nueva piscina y hacer un nuevo parque temático, esta vez centrado en la cultura mapuche. Sólo sobrevivirán unos pocos edificios, como el antiguo teatro (donde tocaba el "Jamboree Show", ¿se acuerdan? eran aquellos osos mecánicos que tocaban música folk... como... como que no tenía nada que ver con la temática del parque, ¿no?)

Así que aconsejo a aquellos que tengan la oportunidad que se den una vuelta por el antiguo parque de entretenciones antes de que pasen a la historia para siempre. Yo nunca pude, ni cuando estaba abierto ni ahora que tiene los días contados. Estoy demasiado lejos para visitarlo.

(Más información en http://teletrece.canal13.cl/t13/html/Secciones/Reporteros/238625.html)

martes, diciembre 06, 2005

Mis recreativas favoritas de antes del 85 (2ª Parte)

Primero que nada, tengo que mencionar que esta lista ofrece mis diez recreativas favoritas de antes de 1985, es decir, aquellas que pude jugar en aquella época, porque hay muchas otras que jugué después de 1985, en salones recreativos, lavanderías en Nueva York (había que matar el tiempo entre lavado y secado) e incluso en mi casa gracias a la magia de M.A.M.E.

Y, sin más preámbulos, pasemos a la lista.

10 - Time Pilot


Este es posiblemente uno de los juegos que más ha espoleado mi imaginación. recuerdo las reflexiones que hacía después de jugarlo -o más bien, ver jugar a otros- pensando en lo choro que sería poder viajar a través del tiempo, y además montado en una nave tan increíblemente... pixelada... como esta. Hubo también veces en la que bajé y bajé tanto como pude para ver si alcanzaba el suelo y podía ver cómo se las habían apañado los programadores para reconstruir el suelo de las distintas épocas, pero siempre me mataban antes de llegar abajo del todo. Y también me hice ilusiones pensando que en el año 2001 los aviones de combate serían reemplazados por platillos volantes, y pensaba para mis adentros que en el 2001 tendría ¡29 años! y que ya tendría mi vida ordenada y sería un adulto y persona madura y respetable.

Qué equivocado estaba en todo.



9 - Super Cobra


Este juego es la secuela de "Scramble", que era casi idéntico a Super Cobra en mecánica de juego. Mientras Scramble era facilísimo, esta versión era más complicada y requería de más paciencia y destreza para avanzar en el juego.

Fue gracias a este juego que aprendí que "fuel" significaba combustible en inglés. Para que luego digan que los videojuegos idiotizan a los que los juegan.



8 - Ms. Pacman


Creo que todo lo que se podía decir acerca de la saga de Pac-Man ya está dicho, por lo que no aporrearé el teclado intentando describirles la gran conmoción que significó la llegada del voraz circulito amarillo a la vida de los cabros ochenteros. Baste con decir que incluso se grabó un disco que por lo visto tuvo bastante éxito en la USA.

Así que sólo mencionare que, según mi parecer, Ms. Pacman es el mejor de los juegos de la serie original porque mejoraba el Pac-Man original en sus puntos flacos, no era tan rebuscado como el Super-Pacman ni tan estrambótico como el Jr. Pacman y era divertido como pocos.

He dicho.



7 - Boomer Rang'r


Nunca entendí por qué este juego no alcanzó la popularidad que tuvieron otros cuando este tiene todos los elementos para convertirse en otro de los grandes clásicos. Es fácil de jugar, entretenido e incluye algunos elementos de humor que me hacen sonreir cada vez que juego una partidita en el M.A.M.E.

La mecánica era simple. Eras un troglodita que llegaba a una isla en una balsa y que procedía a masacrar la población humana y animal del islote en cuestión para saquear con tranqulidad sus tesoros, consistentes en cofres de tesoro que contenían las letras que formaban las palabras "BOOMER RANG'R". Una hermosa historia de acción en la que aprendimos lo letales que soon los boomerangs, capaces de destruir isleños, dinosaurios, brujas, orcas asesinas, bolas rodantes y arañas monstruosas, entre otros enemigos, que pretendían evitar que te llevaras sus preciadas letras. Si tenías la suficiente precisión y matabas al cavernícola que lo montaba, podías subirte en un dinosaurio que escupía fuego y que bailaba contigo si sobrevivía lo suficiente como para desvelar una de las letras-tesoro.

Este jueguito me gustaba tanto porque añadía variedad a un catálogo de juegos dominado casi por completo por naves espaciales y marcianitos.


6 - Hyper Olympic


Este es uno de los pocos títulos que, haciendo honor a su nombre, sacó el verdadero deportista que tenemos dentro de nosotros, aunque fuera para golpear tan rápido como fuera posible los dos botones que hacían que nuestros atletas pixelados avanzaran en la pista.

La forma más habitual de conseguir un resultado algo mejor que mediocre era golpeando con furia deportiva los costados de las manos contra los botones, pero oí de gente que intentó otros métodos. Sin embargo, en ese sentido, yo era muy tradicional, y además, así me dolían las manos menos.

Creo que además esta maquinita merece una mención especial por lo resistente que era el gabinete. Me imagino que cada unidad habrá recibido millones de golpes en cada botón a lo largo de su vida. Y todavía hay algunas que funcionan. ¿No es increible?



5 - Juno First


En el verano de 1984, mis padres estaban enfadados conmigo porque prefería irme a jugar a "las maquinitas" antes de bañarme en la piscina del Estadio Español, del cual era socio. Y eso se debe a juegos como este, divertido a muerte.

Juno First seguía la técnica de todos los 'shoot'em up' de la época, como el famoso 'Space Invaders' y '1942', aunque con algunas modificaciones, como la perspectiva que añadieron al juego para hacerlo diferente del resto de shoot'em ups de la época y el 'planetita' que salía de vez en cuando; si le disparabas salía un astronauta que te daba unos segundos de 'super fuerza' en los que podías acumular puntos.

Eh... sí, esa última frase suena estúpida, pero la gran ventaja de los juegos de la época era que no tenían el menor sentido, pero a nadie le importaba, porque al fin y al cabo, sólo eran videojuegos.


4 - Exerion


en 1983, Jaleco lanzó este excelente "shoot'em up" que se destacaba de los demás por la inercia que caracterizaba sus movimientos, lo que agudizaba tus reflejos y convertía el juego en una especie de suave danza mortal entre tu avión y tus enemigos, afectados por la misma dinámica, de tal forma que había que adivinar sus movimientos para ponerte en la posición adecuada y dispararles sin piedad.

Probablemente fuera la elegancia de los movimientos que eran necesarios para ser medianamente bueno en este juego, o tal vez fuera el fondo con un efecto de paralaje muy novedoso para la época, pero lo cierto es que este fue uno de los juegos que me cautivó y que jugué siempre que tuve la ocasión. Su avanzada dinámica lo hacía un juego más serio que sus contemporáneos.


3 - Pole Position


Cuando este juego apareció, fue -la bomba-, lo mejor que habíamos visto hasta ese momento. Por primera vez en un juego de autos, teníamos una perspectiva realista -lo era para la época-, detrás del auto que se movía a gran velocidad en un circuito con curvas. Y había propaganda en los lados... dependiendo de la versión de la recreativa que jugaras, veías anuncios de Pepsi y Marlboro contra los que tu auto chocaba y se convertía en una hermosa bola de fuego que me hacía pensar que, si las carreras de autos fueran tan violentas como este videojuego, serían comparables a las peleas de gladiadores en la Roma imperial.

Como dato curioso, me he dado cuenta que los programadores del fabuloso juego 'Gran Turismo 4" para la PlayStation 2 han incluido un circuito llamado "Fuji Speedway 80s' track", es decir, una versión puesta al día del circuito original de este juego, aunque sin putos cartelones de Pepsi a los lados.

Me parece que no soy el único que quedó cautivado con este juego.



2 - Super Speed Race


El 'Speed Race' era un juego que destacaba por entre los otros por su gabinete tan particular: era un juego en el que te -sentabas- para manejar, en un tiempo en el que te tenías que parar delante de las recreativas para jugar. Aunque, la verdad sea dicha, no sólo por eso llamaba la atención, porque el juego era de lo más entretenido.

No había una carrera 'formal'. No había otros competidores que batir. No había curvas que tomar. No había derrapes. Todo lo que había que hacer era correr, correr contra el reloj, y esquivar los autos que te venían con el volante, tener cuidado cuando apareciera la ambulancia por atrás, precaución en la zona nevada, cautela en el túnel en el que no veías a los otros autos más allá del límite de tus limitados faros, y acumular puntos, con suerte, tu puntaje aparecería entre los cinco primeros que se mostraban en un lado, en sus propias pantallas de LCD, independientes de la pantalla de juego.

Este fue mi juego favorito hasta que, una tarde de la primavera de 1982, me encontré con el...


1 - Elevator Action


Este es, en mi opinión, el mejor juego de recreativas que jugué en la primera mitad de los años 80. Un juego creativo, divertido, fácil de aprender pero dificil de dominar... Me acuerdo cuando lo vi por primera vez en el "Delta" que había en el Parque Arauco, de la enorme impresión que me causó, y de la cantidad de horas que invertí desde aquel día en matar aquellos personajes de negro, aplastándolos con el ascensor, saltando sobre ellos (?) y disparándoles mientras esquivaba las balas con las que ellos se defendían.

Algunos años después, cuando empecé a hacer historietas en las hojas de cuaderno del colegio, creara un personaje que era un agente secreto cuyos enemigos eran tipos vestidos de negro, con sombrero y todo. De hecho, los 'malos' para un proyecto de historieta (¡sí, me encanta dibujar historietas!) que anunciaré cuando llegue el momento de anunciarlo son una versión de estos personajes de negro.

Y luego decimos que los videojuegos de ahora perjudican a los niños. :)

Mis recreativas favoritas de antes del 85 (1ª Parte)

Para una persona que no haya vivido la década de los 80, los videojuegos de aquellos tiempos pueden parecer poca cosa, con sus gráficos diminutos y pixelados, sus efectos sonoros tan primitivos y artificiales y su mecánica de juego tan sencilla.

Para una persona que haya vivido aquella época, que recuerde cuando aquellos juegos eran el no va más de la electrónica y que haya gastado pequeñas infantiles en comprar fichas a 10 pesos en 'arcades' como los salones Delta, los videojuegos de aquella época son únicos precisamente por lo mismo.

Porque las recreativas de los primeros 80 eran creados con pocos medios por equipos de diseñadores diminutos -el equipo que creó el Pac-Man estaba compuesto por cinco personas nada más, incluyendo a Toru Iwatami-, que supieron sacar el máximo de rendimiento al hardware de la época, supliendo muchas veces las carencias técnicas con mucha imaginación y creatividad, gracias a la cual debemos tantos juegos, tan divertidos, tan sencillos, tan atrapantes. En el mundo de los videojuegos de hoy, las compañías desarrolladoras de juegos gastan millones de dólares en contratar ejércitos de programadores, artistas, compositores y técnicos, con lo que no pueden arriesgarse a dejar volar su imaginación, y tienden a ir a lo seguro, con lo que tenemos juegos técnicamente impecables, pero que no son sino la variación de algo ya visto docenas de veces: juegos de autos, juegos de lucha o first-person shooters y poco más.

No sé si todavía hay salones de recreativas o si ya han sido reemplazados por cibercafés en los que docenas de personas juegan first-person shooters en red. Dejé de ir a ellos a comienzos de los años 90. De lo que sí estoy seguro es que, durante todos los años 80, millones de cabros chicos como yo íbamos a los salones de recreativas tanto como nos fuera posible. Si teníamos plata la gastábamos en seguida en fichas y jugábamos, y si no, veíamos a otros jugar.

En homenaje a las horas que perdí jugando en las recreativas las menos veces, o viendo jugar a otros en las recreativas las más veces, he decidido hacer una lista de las recreativas que más me gustó jugar en la primera mitad de los 80. La lista, y los motivos que hicieron que esa máquina me gustara tanto, lo encontrarás, querido lector, en el siguiente artículo.

Hechos - Las inundaciones de 1982


1982 fue un año pródigo en hechos destacables para Chile.

Fue el año en el que Carlos Caszeli pifió aquel penal frente a la selección de Austria en el mundial de España, prólogo de lo que sería una debacle total de La Roja, una decepción inmensa frente a las promesas que se habían gestado durante una de la rondas clasificatorias más brillantes de los últimos tiempos. Fue también un año de recesión en la economía chilena que impulsó a muchos a cuestionar a los 'Chicago boys' neoliberales que manejaban la economía nacional, e incluso a perder el miedo a la junta militar y animarse a protestar en las calles. Algunos ven en aquellas protestas el inicio del camino hacia la democraia, no coronado hasta las elecciones de 1989. Se estrenó en los EE.UU. la películo "Missing", protagonizada por Jack Lemon, la historia de un periodista freelance estadounidense que fue secuestrado y , aunque esa película no fue proyectada en Chile por razones obvias. Y, además, es el año en el que Tucapel Jiménez, antiguo sindicalista del Partido Radical, es asesinado salvajemente por elementos del CNI, según se averiguó después.

Pero 1982 se recuerda especialmente por las inundaciones de aquel invierno, con una de las peores temporadas de lluvias desde que existen registros, que afectó sobre todo a los barrios del poniente de Santiago. El río Mapocho, normalmente un hilillo de agua que cruza mansamente la ciudad hasta que se encuentra con el Maipo, se convirtió de la noche a la mañana en un rugiente torrente de aguas turbias que arrastraba todo lo que se encontraba a su paso. La imagen de un Mini cayendo al río y siendo engullido por las turbias aguas se convirtió en el icono por excelencia de aquellas inundaciones.

A pesar de lo trágico que pueda ser la pérdida de aquel Mini para su dueño, las consecuencias de aquella crecida fueron mucho más graves. El Mapocho se salió de cauce e inundó amplias zonas de Santiago. La sede del diario El Mercurio se inundó tan de repente que sus redactores apenas tuvieron tiempo de sacar una última edición antes de evacuar el edificio. El tráfico se vio colapsado por el agua que inundó calles y plazas, como la rotonda Pérez Zújovich, que se convirtió en una profunda piscina en su parte inferior. Las aguas en el Mapocho subieron tanto que el puente Pío Nono, que normalmente está a 5 ó 6 metros por encima del cauce, fue tragado por las aguas y quedó inservible durante varios años.

Muchas calles de comunas tan populosas como Vitacura y Renca se convierieron en torrentes, aislando a familias enteras en sus casas a la espera de ser rescatadas por los helicópteros de Carabineros que sobrevolaban las zonas afectadas sin descanso. Aparte de los cuantiosos daños materiales, el Mapocho se cobró las vidas de varias personas que fueron arrastradas por el agua sin posibilidad alguna de rescate.

En aquel año, yo era un cabro de 8 años. Vivía en una de las calles transversales de la Nueva Costanera, en Vitacura, a 300 metros del cauce del Mapocho. Recuerdo que aquella mañana me desperté y me dijeron que no tenía que ir a clase -¡qué alegría!- porque la ciudad estaba inundada. Durante la mañana abrí el portón de la casa y no podía creer lo que veía: mi calle se había convertido en un río salvaje, turbulento, profundo y muy violento... un espectáculo fascinante para mí, que era demasiado chico para entender la gravedad de la situación. Mis padres estaban obviamente mucho más preocupados porque, en ese momento, no sabíamos si el agua continuaría creciendo, si sobrepasaría el portón y la valla, el jardín con riego automático donde jugábamos yo y mi hermana mayor los días de verano, si la casa se anegaría, si habría que llamar a los carabineros para que nos sacaran en helicóptero... Claro, también estaban preocupados por mi hermana y yo, fascinados por el espectáculo de las aguas crecidas justo en la puerta de nuestra casa, muy chicos para entender el enorme riesgo que significaba poner un pie en esas aguas violentas que a mis ojos parecían un inmenso vaso de leche chocolatada. Por suerte, las aguas no pasaron del portón, y mi casa no sufrió más daño que la pérdida del pasto que habíamos plantado en la calle el verano
anterior.

Creo recordar que en nuesta casa la luz no se fue en ningún momento, por lo que pudimos seguir el curso de las inundaciones de principio a fin. Creo que fueron tres días los que estuvimos aislados en nuestra casa, o tal vez cuatro, hasta que al fin las aguas retrocedieron y dejaron una capa de diez centímetros de barro, que fue retirada por los bulldozers de la municipalidad.

Volví al colegio el siguiente lunes y, claro está, todo fueron comentarios de la tremenda riada que habíamos vivido, de lo que habíamos experimentado y la suerte que tuvieron aquellos que habían sido evacuados en helicóptero. Incluso recuerdo que mi compañero Javier Aránguiz dijo que él había visto cómo caía el Mini, el famoso Mini que estaba en todos los noticieros y portadas de diarios, a las aguas del Mapocho. Siempre creí que se lo inventó, pero me contó un detalle que, 23 años después, me hace dudar: él dijo que tambien vio caer un auto viejo, de color azul, cuya caída al Mapocho fue mucho más espectacular que la del Mini... y, viendo las imágenes que he encontrado, veo un auto viejo de color azul, estacionado justo enfrente de donde estaba el Mini de marras...

Para nosotros, las inundaciones sólo fueron una aventura, un hecho excepcional que nos sacó de la rutina somnolienta del invierno santiaguino, ciudad aburrida de por sí, y del tedio del frío, de las clases, de las pruebas, de la normalidad en la clase y fuera de ella.

Y es que, tanto yo como mis compañeros, tuvimos mucha suerte. No éramos conscientes de que muchos habían perdido mucho durante esas noches de pesadilla. Que algunos perdieron sus casas, sus pertenencias, sus autos. Incluso la vida en algunos casos.

Pero, al fin y al cabo, sólo éramos cabros chicos. Cabros de los 80.