/* Blogger Template Style Name: CabrosDeLos80 Author: Miguel Estrugo URL: www.wintervision.com/~miguel Date: 26/XI/2005 last update: 9/IX/2006 */
Cabros de los 80 -- ¡EL BLOG!

sábado, diciembre 31, 2005

Cuidado con los destructores de recuerdos de la niñez

(Advertencia: Esta lectura NO se recomienda a menores de 18 años o personas inmaduras.)
(Post-Advertencia: No digas luego que no te avisé)

Internet es un reflejo vivo de la mente humana, una suerte de subconsciente colectivo gigantesco y el sueño de millones de personas hecho realidad, desde Erasmo de Rotterdam que soñó 'una biblioteca tan grande como el mundo' a visionarios como Douglas Engelbart y su proyecto para aumentar el intelecto humano por medio de computadoras empezado en ¡1962!

Pero no sólo es eso. Internet también es un nido de maleantes y un mundo de corrupción gracias a la extrema libertad que Internet brinda a sus usuarios. Un mundo de estafadores y ladrones a la caza de incautos, de vendedores de inutilidades con escasos escrúpulos, un universo de depravados que aguardan a víctimas incautas, y un paraíso para los que buscan saciar sus morbosos instintos.

Una de las grandes ventajas es que en internet, todos los contenidos están a un click de distancia. Lamentablemente, eso es también una de sus mayores desventajas. Uno puede ir tranquilamente buscando contenidos inocentes en Internet y de repente darse de narices con algo que uno no está psicológicamente preparado para asumir, depojado totalmente de la inocencia que uno esperaba encontrar. Este tipo de contenidos, sean imágenes, videos o sonidos, te golpea sicológicamente como un martillo y te puede dejar en estado de shock por días, por más curtido que esté uno en Internet. De golpe y porrazo, te puedes encontrar con un video de un pederasta en acción, la grabación de la caja negra de un avión que se estrella, o la imagen de un cadáver destrozado fotografiado con demasiado detalle.

Justamente cuando navegaba Internet en busca de contenidos para este blog me he encontrado con más de una sorpresa desagradable, y con más frecuencia que la que desearía, por parte de los lo que yo llamo los destructores de recuerdos de la niñez.

Todos nosotros tenemos recuerdos agradables de los monitos animados que vimos a medida que crecíamos, como He-Man, los Thundercats, Scooby Doo, Frutillita Village, etcétera. Son parte de nuestra niñez y por lo tanto están ligados a una época de nuestras vidas sencilla e inocente.


Sin embargo, hay... gente... que encuentran esos personajes... sexualmente excitantes, por increíble que parezca. Por lo normal son gente solitaria y sin ninguna vida social, que rozan la sociopatía cuando no están inmersos en ella, que se encierra en sus casas y sus mentes, que no conoce contacto con gente del otro sexo y cuya sexualidad frustrada tiene que salir por alguna parte. Y a veces sale por lo más tierno e inocente que tienen: los recuerdos de su infancia, buscando cobijarse de un mundo adulto que no entienden y al cual rechazan adaptarse.

Por tanto, por horroroso que nos parezca al resto de la humanidad, crean 'situaciones alternativas' con personajes que todos nosotros guardamos en el corazón y los 'violan', adaptándolos a sus gustos sexuales. La morbosidad que estos personajes despiertan en sus solitarias mentes hace que en un determinado momento no tengan suficiente con ver al personaje 'A' copulando con el personaje 'B' y añadan violencia, sadomasoquismo, coprofagia e incluso pederastia con el mismo entusiasmo, deseosos de saciar un apetito sexual que cada vez exige el 'más dificil todavía'.

No te engañes, amigo lector. No me considero una persona conservadora. De hecho, creo que soy bastante liberal y abierto de mente, y acepto que hay mucha gente que tiene estándares diferentes de los míos. Pero todo tiene su límite, incluida mi tolerancia. Por supuesto que no me importa la sátira bien intencionada, cuando esa sátira es creada con el propósito de hacer gracia. Por ejemplo, me parto de risa con las películas apócrifas que muestran a un He-Man mucho más afeminado de lo que aparecía en la serie original de TV (que ya es bastante). O el irreverente episodio perdido de Los Pitufos que me hizo reir hasta que se me aflojó el esfínter. Ese tipo de sátira sí las aprecio y disfruto. Pero cuando la intención no es el reirse a costa de un personaje de la niñez sino saciar la solitaria líbido de un ser disfuncional, la cosa se vuelve tétrica y traumatizante si no estás sicológicamente preparado. Es algo así como ver cómo violan a un ser que aprecias y quieres.

Así pues, amigo lector, permíteme recomendarte que tengas muuucho cuidado cuando navegues por Internet. El abuso de imágenes truculentas, tan abundantes en Internet, te puede convertir en un ser insensible. Y si no tienes cuidado, te encontrarás con un degenerado a la vuelta de la esquina que reduzca tus recuerdos infantiles a cenizas con sólo una imagen. Estás advertido.

viernes, diciembre 30, 2005

Una promoción - Los Sniks

Los Sniks estaban tan perdidos en mi memoria que si los he vuelto a encontrar ha sido de rebote.

La historia de este artículo es más o menos así. Encontré un sitio web dedicado al Magnetoscopio Musical, aquel programa de música que nos acompañó durante buena parte de los ochenta (les sugiero que lo visiten, ¡tiene hasta el tema musical de la intro!). Se lo comenté a un amigo a través del Messenger. Iniciamos una breve conversación acerca del programa. Quise confirmar el horario del programa, así que le pregunte, "El Magnetoscopio Musical lo ponían los domingos, después de los pitufos, ¿no?". Me acordé de los pitufos. Entonces me acordé de la cantidad de imitaciones que salieron después del éxito de los pitufos, como los Snorkels, las figuritas de los Kinder Sorpresa, etcétera etcétera.

Pero descubrí que en mi memoria había un enorme vacío: sabía que había una imitación de los pitufos que había existido, pero no me acordaba ni cómo era su nombre ni cual era su aspecto. Sabía que habían sido una promoción de un producto muy popular... pero no me acordaba de nada más.

Tuve que estar pensando por un buen rato hasta que me acordé de un detallito. En el jingle televisivo de aquella promoción había una referencia a una canción de Charly García: "¡Estoy verde Sniiik!" Y no fue hasta AHÍ que me acordé de los Sniks, que de acuerdo con esta canción, eran verdes. Y poco después me acordé de otro trozo del jingle que decía, así, de corrido, "¡TomaCocaColaFantaSprite - Diet-Cocacola y gáaanalos!" y entonces fue como si encendieran la luz. Un momento después me puse a Googlear para revivir mi memoria, para ver cómo eran aquellos bichos y qué fue de ellos. Pero, querido lector, te voy a ahorrar ese trabajo mostrándotelos yo mismo.

Los Sniks fueron creados en Alemania por la compañia Bully, especialista en muñequitos de plástico de unos cinco centímetros de altura y que también fabrica juegos de construcción y animales de granja a escala, en el ya lejano año 1975. Habría que esperar hasta 1980 para que adquirieran su característica piel verde y sus ropas púrpuras. Oh, por cierto, en Europa y los EE.UU. se llaman 'Astrosniks', no 'sniks' a secas como se les conoció por aquí.

Los bichitos se hicieron muy populares en Alemania, por lo que Bully decidió probar suerte en el resto de Europa y los EE.UU., con una acogida más bien tibia hasta que en 1983 Mc Donald's los incluyó como el juguetito de sus 'Happy Meals' (ignoro por qué no eligieron los pitufos, tal vez no llegaron a un acuerdo con los propietarios de los derechos), y tuvieron tanto éxito que la compañía hamburguesera lanzó otras dos series en el 84 y el 85. La típica invasión de merchandising -poleras, gorras y una historieta 'oficial' dibujada por un equipo de la editorial Bruguera- acompañó a las figuritas en su periplo por los mercados del hemisferio norte.


Sin embargo, acá en Chile ignorábamos la existencia de esos bichitos -por aquel entonces no había happy meals porque no había McDonald's en el país- hasta que a Coca Cola se le ocurrió 'importarlos' alrededor de 1983 ó 1984 y usarlos como material promocional esperando repetir el éxito que habían tenido en los EE.UU.. Creo que había que juntar unas pocas tapitas -¡Ah, aquellas botellas de vidrio!- y canjearlas por una figurita en tu quiosco de bebidas. Por cierto, hay que ver qué útiles eran aquellos quioscos para las compañías de bebidas, no sólo servían para vender bebidas y golosinas sino que también podías canjear los premios y promociones sin tener que enviar cartas a ninguna parte, para beneficio de la compañía de bebidas, el quiosquero y el cliente -o clientito-. ¿Siguen funcionando como antes?

No me atrevería a poner la mano en el fuego, pero me da la impresión que los Snicks no tuvieron el éxito que Coca-Cola esperaba, a pesar de la promoción intensa que recibieron en la TV, y que los muñequitos eran bastante simpáticos... eeeh... había algo que no me gustaba en ellos. Tal vez fuera que, acá en Chile, el mercado de las figuritas tiernas con poses graciosas ya estaba copado por los pitufos -cosa que a mí me hacía pensar que los 'sniks' no eran más que una burda copia, con evidente lógica infantil-, o a lo mejor era que los muñecos tan estáticos no nos hacía demasiada gracia, pero el asunto es que... no tengo registros en mi memoria de haber jugado con alguno de esos muñecos.... Y tampoco recuerdo haberlos visto en el cuarto de ninguno de mis amigos... ¿Es acaso que yo y mis amigos éramos bichos raros o es que los 'sniks' no fueron el éxito que proyectaba Coca-Cola?

Por favor, amigo lector, sácame de la duda y dime si tú también los ignoraste olímpicamente, o si te convertiste en un ávido coleccionista de Sniks. Te doy permiso para lapidarme (virtualmente, claro) si esos muñequitos fueron lo mejor que salió de los 80 -después del helado Láser, porque no hay nada que supere al helado Láser- y yo, bobo de mí, he sido capaz de olvidarme total y absolutamente de ellos.

jueves, diciembre 29, 2005

Las poblaciones callampa - El otro lado de los 80

El Santiago de los años 80 era muy diferente al que conocemos hoy en día. Primero, porque abundaban las casas bajitas de una o dos alturas en los barrios residenciales. Hoy en día los edificios de apartamentos están en todas partes y alojan la mayor parte de la población.

Segundo, porque la mayor parte del comercio se hacía en tiendas de abarrotes, botillerías y panaderias en el mismo barrio en donde se vivía. Esas tiendas serían gradualmente desplazadas por los supermercados y los malls a partir precisamente de los años 80.

Y, además, porque la ciudad estaba salpicada de poblaciones callampa, con casitas hechas de tablas y planchas de zinc, que albergaban la pobreza y el desamparo de muchos en contraste con la prosperidad que los Chicago Boys impusieron en el país a base de leyes de liberalización y privatizaciones a mansalva.

Las poblaciones, como solían llamarlas los noticieros, eran la versión chilena de la miseria y pobreza de la migración interna, y sus pobladores eran sobre todo gentes que venían del campo atraídas por la promesa de una vida mejor. Un fenómeno demasiado repetido en Latinoamérica: las villas miseria argentinas, los cantegriles uruguayos, los pueblos jóvenes peruanos, las favelas brasileiras e incluso los rancheríos españoles -los hubo y los hay-
están hechos con los mismos materiales, es decir, sueños rotos de gente humilde que escapa de un medio rural opresivo y empobrecido, que busca una vida mejor y que reciben como bienvenida un portazo en las narices por parte de una ciudad que les ignora. Los pobladores de esas villas, mediaguas, ranchos o favelas son muchas veces víctimas y victimarios de la delincuencia, de robos con violencia, de violaciones y de la terrible depresión de no tener una oportunidad para vivir dignamente, y a menudo terminan buscando cobijo en el alcohol y la droga para olvidar, aunque sea por un momento, el desempleo, el hambre y la desesperación. En Santiago había seiscientas mil personas que vivían en poblaciones, seiscientos mil sueños estrellados contra una realidad granítica y perversa.

Hay algunos que culpan a la dictadura de Pinochet del surgimiento de las callampas como fruto inesperado del la liberalización económica de Chile a partir de los setenta. Sin embargo, de acuerdo con mis fuentes, esa afirmación no es correcta. La migración interna es típica de la segunda mitad del siglo XX, fenómeno social típico de la época en la que las sociedades típicamente rurales de Latinoamérica se urbanizan y el campo se empobrece, y se dio en Chile con frecuencia entre la década de 1950 hasta mediados de los 80.

El proceso de gestación y vida de una población es siempre el mismo. Al comienzo, un grupo de familias se establece en un baldío o potrero, erigiendo casitas con material sencillo, o bien instalando las mediaguas que el gobierno distribuye a los damnificados después de alguna de las tragedias que tan a menudo azotan Chile. La infraestructura no existe, así que los nuevos vecinos suelen 'colgarse' de cables eléctricos vecinos para conseguir luz, y el agua se consigue de alguna llave de riego que haya cerca. A medida que la población crece, la población se organiza de forma espontánea, surgen consejos que regulan el crecimiento de la población y se encarga de la salubridad, se crean pozos negros y, si hay suerte, se presiona al gobierno o la municipalidad correspondiente para que ayuden a solucionar la pobreza y marginación. Si las cosas salen bien, la población se 'legaliza' y llegan el agua potable, la pavimentación de calles y el saneamiento. Este esquema funcionó regularmente durante los años 60 y principios de los 70, gracias a la relativa generosidad de los gobiernos paternalistas de Frei y Allende.

La situación cambió radicalmente a partir de la Política de Desarrollo Urbano de 1979, creada para hacer el mercado inmobiliario más flexible y dinámico y que, entre otras cosas, dividió a Santiago en una zona rica y otra pobre, cuya frontera era -y es- la Plaza Italia.

A partir de ese momento, cualquier nuevo intento de construir una población callampa es barrido sistemáticamente por los carabineros, dado que el suelo sobre el que se construían las mediaguas era un bien, normalmente en manos de un especulador, que esperaba el momento oportuno para vender los terrenos y lucrarse. Por otra parte, las poblaciones que ya existían fueron o bien urbanizadas definitivamente, si estaban en la zona 'pobre' de Santiago, o bien trasladados sus pobladores a nuevos barrios de casas pequeñas y sencillas, pero al menos con servicios como luz eléctrica, agua potable, saneamiento y calles pavimentadas, pagadas a medias entre el gobierno y las familias.

Así, pues, a partir de 1980, las poblaciones callampa gradualmente desaparecen, primero de Santiago, y luego de los alrededores de otras ciudades chilenas. Se ejecutan 'planes sociales' que el gobierno anuncia a bombo y platillo, en donde las mediaguas son reemplazadas por casas sólidas y, a veces, con un diminuto jardín.

O, por lo menos, esa es la historia oficial. Me comentan que aún hoy en día se hacen tomas de terreno y hay gente que se asienta en zonas no habitables, con lo que es probable que el problema aún no esté totalmente resuelto.

Aunque, de ser cierta la historia oficial, el de Chile es el único caso en toda América Latina que logró erradicar los campamentos ilegales y precarios que acá conocimos como callampas y brindó la oportunidad a mucha gente de vivir un poquito mejor. Lo que queda ahora es erradicar la pobreza, la marginación, los bajos sueldos y el abuso de la 'clase dirigente' y fomentar la dignidad.

miércoles, diciembre 28, 2005

Hello Kitty - ¡Qué raras son las niñas!

En los años 80, había niños y había niñas. Esto no es ningún dato nuevo, puesto que en todas las décadas anteriores y posteriores ha habido niños y niñas.

Cuando se es niño, o niña, el sexo opuesto te repele, no te gusta, no lo entiendes. Los niños piensan que las niñas son raras y las niñas piensan que son los niños los que son raros. Y si eres niño y te juntas con niñas, entonces tú eres el raro. Me da la sensación que también las niñas pensaban que si una niña se juntaba con niños esa niña era la rara, pero no sé decirlo con certeza. Asuntos de la niñez, me imagino.

El problema es que cuando uno crece, el raro es el que NO se junta con niñas... bueno, lolas, mujeres, etcétera. Aunque me parece que el sexo opuesto al mío es un poquito más tolerante y puede aguantar más tiempo sin la presencia del otro sexo. Pero, eeeh, de eso se habla en otros blogs, que este está sólo dedicado a los cabros de los 80. Y a las cabritas también.

A los niños nos gusta la acción, por eso pasamos nuestra niñez jugando al pillarse, al paco-ladrón (¡aún en aquella época de represión policial!), viendo series de TV y monitos donde combos y mochas abundan, mientras las niñas suelen preferir temas más serenos, dulces y tiernos, como jugar a las muñecas y casitas y reproducir el comportamiento de la madre y demás cosas sosegadas en general.

A lo mejor es que la sociedad nos obliga a comportarnos como niñOs y niñAs, para escándalo de los que proclaman la igualdad absoluta de sexos (obviando que hay una diferencia biológica más que notable); probablemente no sea más que tendemos a imitar los modelos de conducta más cercanos que tenemos, padre y madre, con un rol diferenciado; o tal vez sea que, en el fondo, somos mucho más animales de lo que pensamos y las pautas de nuestro comportamiento se basan en el férreo dictado de la testosterona, el estrógeno y toda la química biológica que llevamos dentro. El asunto es que hay artículos infantiles y juguetes eminentemente masculinos y otros eminentemente femeninos.

Y "Hello Kitty" es uno de los últimos.

Hello Kitty (ハローキティ, o sea, Harōkiti) es un personaje creado por Sanrio, una compañía japonesa que se especializa en muñecos de animalitos y que saca la mayor parte de sus ganancias de las licencias de merchandising. La gatita nació en 1974, pero Sanrio no comercializó un producto con su carita de trazos gruesos y tendencia minimalista hasta dos años después. Hello Kitty se convirtió inmediatamente en un éxito de ventas en Japón, y poco tiempo después, en los primeros ochenta, su dulzura, sencillez e inocencia le hicieron conquistar millones de corazones femeninos, sobre todo de niñas de menos de quince años.

Acá en Chile, Hello Kitty no tardó en convertirse en un símbolo de la femineidad infantil en la primera mitad de los ochenta. Era, y tal vez es, un tótem, un simbolo de pertenencia a un sexo y a una edad determinadas. Y, además, Hello Kitty es también un torrente de merchandising: libretitas, muñequitas, tarjetitas, lapicitos, peluchitos, estuchitos, agenditas, pegatinitas y un montoncito de cositas diseñaditas a conquistar corazoncitos tiernitos, y femeninitos, con preponderanciíta de tonitos rositas y pastelites.

Cosas que a los niños como yo les irritaba más que beberse dos cubos de azúcar, pero que a las niñas -como mi hermana 18 meses mayor que yo- ls atraía como la miel atrae a las moscas. Y me quedaba embobado viendo toda esa dulzura y todos esos tonos claros y suaves y toda la plata que ganaban -y ganan- los de Sanrio y yo me preguntaba cómo era posible que las niñas no se hicieran diabéticas con tanta dulzura.

Entonces me iba a mi cuarto a armar naves espaciales con mis Tente y simulaba batallas espaciales con explosiones y destrucción y aterrizajes forzosos, excusas para estampar la flota galáctica contra el suelo y admiraba cómo las piezas de plástico volaban en medio de una explosión imaginaria al estilo de La Guerra de las Galaxias -con efectos de sonido incluídos, claro-, y me tranquilizaba saber que era un niño normal y alejado de la mentalidad viscosa de las niñas.

Cuando creces, Las cosas cambian muchísimo. Por lo menos, en mi experiencia, para los varones. Yo, por ejemplo, ya no armo naves espaciales con Tentes para después desarmarlas violentamente. Y ya no creo que las mujeres de mi edad sean raras... bueeennno... tal vez un poquito. Pero, eso sí, las encuentro mucho más atractivas que antes, sin lugar a dudas.

Sin embargo, Hello Kitty continúa ahí, y las niñas que la adoraron en los años 80 son ahora treintañeras que siguen adorándola en muchos casos. Y Hello Kitty continúa atrayendo corazones femeninos, su carita todavía aparece en decenas de miles de productos de todo tipo -incluyendo guitarras eléctricas, bicicletas, muebles e incluso píldoras de adelgazamiento - y sigue siendo tan inocente como siempre. Por poner un ejemplo, el artículo que puedes ver a la izquierda de este texto, querido lector - o lectora-, parece ser un lápiz de pasta de Hello Kitty pero no lo es. Es un aparato cilíndrico, de unos 15 centímetros de altura, coronado por un tierno muñequito de Hello Kitty con un peluche entre las patitas, y que utiliza baterías para... eeeh...

...

Japón es un país de depravados. Oh, sí. Depravados. Totalmente depravados. Todos.

martes, diciembre 27, 2005

¡Demos la bienvenida a Fernando Meza!

Damas y caballeros, cabritos y cabritas de los 80 y similares:

Tengo el enorme agrado de presentarles a ustedes y ustedas la última incorporación a la plantilla de este blog. Una persona que, como este servidor, también fue cabro en los años ochenta y que fue testigo en primera persona de los cambios que se dieron en Chile durante esa época, que tembló de miedo -y de terremoto- el tres de Marzo de 1985, que jugó en los flippers arcaicos del salón de recreativas de Tongoy durante sus veraneos en el balneario de la cuarta región, que tuvo un Atari 800XL con cassetera hacia el final de la década y que se convirtió en todo un atleta del ping-pong, un adicto al Rally-X y al Elevator Action y un dibujante de historietas caseras en donde él y sus amigos y compañeros de clase eran (o más bien, éramos) los protagonistas.

Esta es una persona que me ofreció su amistad más bien tarde, en 1987, cuando estaba yo a punto de partir definitivamente de Chile, pero que ha sabido mantener su amistad e interés por mí a pesar de las distancias y el tiempo y que me escribió larguísimas cartas en la época anterior al e-mail, cartas que aún guardo como referencia de aquellos tiempos y como réplica del entusiasmo que sintió a medida que la sociedad chilena se desperezaba y abría sus ojos a la democracia; persona que celebró la victoria del NO y que después estrenó su mayoría de edad con orgullo en las elecciones de 1989.

Esta persona despidió conmigo la década de los ochenta con el año nuevo más extraño que recuerde; nos pasamos toda la noche del 31 de diciembre de 1989 al 1 de enero de 1990 yendo de un lugar a otro, sin beber ni una gota de gaseosa porque no nos animamos (miento, no me animé) a entrar en ningún local, haciendo todo tipo de bobadas como durmiendo en el pavimento de la avenida Kennedy y armando un escándalo enorme con un carrito de supermercado en la avenida Vitacura -el de la idea fue Fernando, a mí no me miren-. Recorrimos calles silenciosas y hueveamos infantilmente hasta que el cansancio nos derrotó en la calle Huérfanos cuando el día empezaba a despuntar.

Persona que llegaría al mundo de la computación más bien tarde y que después abrazaría con entusiasmo casi suicida el mundo de los blogs, que en sus comienzos me preguntaba qué hacer para promocionar su blog en Internet y que se enfrentaba a mi escepticismo por ese mundillo con increíble pragmatismo y tenacidad.

En fin, damas, caballeros, damitas y caballeritos, demos un aplauso a don Fernando Meza, periodista, autor de blogs, dibujante amateur, admirador de Chespirito y, por supuesto, cabro de los 80.

lunes, diciembre 26, 2005

Los cuadernos Torre y Austral

Una de las cosas que más me sorpendió durante el tiempo que pasé en Chile fueron los cuadernos. Bueno, no los cuadernos en sí, que son todos más o menos iguales en cualquier parte del mundo, sino lo competitivo que era el mercado cuadernístico acá en Chile, que no he visto en ninguna otra parte.

Al comienzo de los 80, daba lo mismo el cuaderno que tuvieras. Había esos cuadernitos chicos, sin espiral, de marca Torre sobre todo, de 40, 60 y 100 hojas. Esos eran los cuadernos 'escolares'. Luego estaban los 'universitarios', que eran más grandes y tenían una espiral de metal que se enganchaba en todas partes -en mi caso concreto, el alambre de esos cuadernos tenían una especial debilidad por arañarme la piel del antebrazo- y se 'deshilachaba'; si no tenías cuidado, las hojas volaban por todas partes.

Luego, a mediados de los 80, las marcas 'Torre' y 'Austral' empezaron a competir duramente para atraer más ventas. Se hicieron spots publicitarios, se crearon eslógans (el 'Corre, corre, a comprar cuadernos Torre' se enfrentó al 'Austral, tu cuaderno triunfador') y los cuadernos se sofisticaron y ofrecieron espiral plastificado, coil-lock y twin-lock (es que todo es más sofisticado si tiene un nombre en inglés), tapas duras (¡MENTIRA! ¡Se doblaban sin esfuerzo!) o lavables (¿quién se acuerda del jingle 'lávale la cara' de Austral?) y se introdujeron portadas más coloridas y 'a la moda'. Incluso la casa 'Austral' hizo una promoción con grandes premios (como pérsonal stereos, televisores blanco y negro y por supuesto más cuadernos de regalo) con sopas de letras y otros pasatiempos impresos en la cara interior de la portada.

Luego llegó la fiebre de las franquicias, con todas las compañías papeleras compitiendo duramente para conseguir los personajes que más plata les dieran, fueran Fido-Dido, las criaturas de Disney, Los Simpsons o lo que fuera, con tal de vender más y más cuadernos.

La competencia entre Torre y Austral terminó en Marzo de este año que acaba, cuando la Compañía Manufacturera de Papeles y Cartones anunció que Austral dejaba de producir cuadernos, con lo que Torre se convierte en el referente chileno en cuanto a cuadernos.

La actividad en el mercado cuadernístico chileno me dejó y aún me deja boquiabierto, porque de hecho, nunca había visto ningún otro país del mundo en donde un cuaderno, que no es más que una libretita para tomar apuntes y escribir o dibujar en él, se convirtiera en un objeto de consumo y que las diferentes empresas papeleras se pelearan de forma tan neoliberal para conseguir un poquito una porción un poquito más grande del pastel cuadernístico que según he leído por ahí consume unos cuarenta millones de cuadernos al año en Chile.


En el resto de países en los que he estado, vivido y necesitado cuadernos, el mercado es mucho menos dinámico. Por ejemplo, en España, país que tiene tres veces la población de Chile, las libretas y cuadernos han variado poco su imagen desde los años setenta (ver imagen a la izquierda). Y en los EE.UU., el hogar por excelencia de la competencia salvaje y del consumismo extremo, los cuadernos aún tienen la espiral de alambre sencilla, desterrada hace más de veine años por los principales fabricantes chilenos (como se ve a la derecha). Qué singular.

Por extraño que parezca, Chile se ha convertido en una potencia mundial cuadernística, que exporta sus excelentes cuadernos a muchas partes del mundo, y cuyas empresas papeleras son lo suficiemtemente poderosas para absorber otras compañías de países vecinos, como Ipusa en Uruguay.

Así que la próxima vez que quieras presumir de tu chilenía frente a un extranjero desdeñoso de Chile y su capacidad industrial, amigo lector, ya tienes otro argumento que añadir: "Sí, Chile será esto y aquello, pero también es una potencia cuadernística de primer orden." ¡Que tomen nota allá afuera!